La Ciudad Sin Hombres


   Un Fiat Ulises atraviesa la ciudad, reduciendo la velocidad, dejando una pequeña polvareda tras de sí, hasta parar. De los asientos delanteros se baja un hombre de mediana edad y un chico adolescente, se abren las puertas centrales y baja una mujer de mediana edad, baja el asiento de la derecha, y, del fondo del coche, un chico alto y delgado baja a tierra, hemos llegado a Belchite.


   
    Tan sólo llevamos unos instantes y observamos la llegada de un coche en aquel medio día caluroso de Julio de 2009, el coche que se aproxima a nuestros pies, es desconocido para nosotros, pero, sus ocupantes son viejos conocidos: El amigo de mi hermano, y el que fuera mi profesor de Inglés en 2º de ESO, junto a su familia. Coincidencia, no, más bien se trata de la magia existente en ese lugar, un lugar extraño, donde cuentan cosas aún más extrañas.
   
    Tan pronto andamos unos pasos, ya podemos observar el  esqueleto de una ciudad derruida por la Guerra y el paso del Tiempo, una ciudad dejada a la intemperie, sin ser reconstruida ni derruida, para que con el paso de los años, las personas recuerden el gran caos que resulta una guerra entre hermanos, una guerra que nunca se debió de dar, pero que así fue. La inhumanidad humana es la que lleva a cometer actos tan atroces como matar a otros como nosotros, sin un motivo más allá que el ansia de poder. A veces, esos hechos se concentran y ciertas personas son perceptibles de sentirlos, otras son más profundas y misteriosas y son muchas las que lo sienten. En esta ciudad se esconden secretos, secretos oscuros, de personas asesinadas por sus vecinos, por aviones bombarderos, por el enemigo e inclusive por familiares.
   
    Nos aproximamos al corazón de la ciudad, podemos observar una gran cruz mohosa por el paso del tiempo, impone, si, se trata de una cruz oscura y altiva recordándonos lo que debemos y no debemos de hacer en este mundo, de lo importantes que se creen los seres humanos, y de lo poco que suponen para este universo. Desde luego al pasar por su lado y volver la mirada, se nos encoge el corazón al recordar lo que sucedió en aquel lugar. Tras la gran cruz, se puede observar la Torre del Reloj, se dice que los Republicanos al colarse en el pueblo en la noche del 2 al 3 de Septiembre de 1937, se ensañaron con ella y con la Iglesia de San Martín, al dar las 0:00 de la noche, lazaron un cañonazo por cada campanada.

   Avanzamos  y nos quedamos viendo la deteriorada puerta de la Iglesia de San Martín, al llegar, empezamos a escuchar el ulular del viento, pero, para nuestra sorpresa, ese sonido empezaba a cobrar musicalidad, se escuchaba tenuemente. Decidimos seguir nuestro rumbo, y entrar en la Iglesia, en donde nos esperaba una sorpresa. El viento, se tornaba en cánticos melodiosos, como susurrándonos al oído, nos miramos sorprendidos, y pensamos que era alguna megafonía ambientando el lugar donde nos hallamos. Lo que no sabemos es que bajos nuestros pies, se encuentran los cadáveres de personas que en otros tiempos, habían sido felices en esas tierras, y aún sin el conocimiento de esta noticia, uno, se siente extraño y observado en esa estancia, toca volver. 

   Al salir de la Iglesia, los cánticos que nos venían acompañando desde la entrada, cesaron, como por arte de magia.

   Volviendo al lugar de partida, mi hermano dice escuchar sonidos de campanas, cosa que nadie atina a escuchar, pero no le damos mayor importancia, podría haber sido un sonido proveniente de la carretera que se encuentra a no mucha distancia del pueblo. En el camino, nos encontramos de nuevo con nuestros conocidos, le preguntamos por los cánticos y ellos en respuesta, nos dicen, que no escucharon nada.

   Nos montamos en el coche con la sensación de que en ese pueblo, Sin Hombres, existen aún hoy en día muchos secretos por resolver, muchas preguntas que hacerse, y una cuestión irresoluble, ¿siguen hoy en día las personas que perecieron, esperando alguien que los salve del terror de la guerra?

   En el verano de 1937, el bando republicano se propone una cosa, tomar Zaragoza, pero en su paso hasta esa victoria, se toparían con un gran escollo, un nutrido grupo de Nacionales se agolpaban en Belchite para hacer retroceder a las tropas Republicanas. Estos, tras ser repelidos de Zaragoza y heridos en su orgullo, avanzaron inexorablemente hacia el pueblo. El 24 de Agosto se produjeron los primeros bombardeos hacia una ciudad defendida por tan solo 2000 Nacionales y otros tantos vecinos de la localidad voluntarios. Los Nacionales no tenían ninguna opción de victoria, pero las comunicaciones por radio con los altos mandos eran claras, les ordenaban que resistieran todo lo que pudieran para retrasar el avance y así proteger Zaragoza, cosa, que no era necesaria ya que estos, antes ya los habían repelido. Los Republicanos, sin piedad, sitiaron a los Nacionales, dejándolos incomunicados, y ante un sol abrasador típico de los Veranos Aragoneses. Tras un par de días de resistencia, los víveres de agua flaquearon en el bando Nacional teniendo que beber vino para la subsistencia, cosa que los hacía enloquecer aún más, algunos vecinos bebían su propia orina, otros salían en busca de agua a un arroyo cercano con la mala fortuna de ser ametrallados en su búsqueda. Los republicanos se abastecían gracias a camiones cisternas que les traían agua amarronada por la tierra, que apañaban con vino, muchos eran los que se la bebían a punta de pistola de sus mandos, por miedo de estos a que se revelaran.

   En la noche del 2 al 3 de Septiembre los Republicanos consiguieron por fin entrar en el pueblo, y sin piedad este, fue bombardeado y ametrallado, en ocasiones era tal el estado de locura de los soldados, que ametrallaban a sus semejantes sin vacilar. De esta manera murieron cientos de soldados, a manos de propios y extraños. Se calcula que al final del 3 de Septiembre en las calles de Belchite se amontonaban más de medio millar de cadáveres. La lucha termino el día 5 de Septiembre, con un resultado desolador, sólo unos pocos Nacionales habían conseguido sobrevivir y en esa madrugada recibieron la notificación de intentar la huida, nadie sobrevivió. Por parte de los Republicanos sólo 300 consiguieron salvar la vida, de los cuales sólo 80 llegarían a Zaragoza, ya que muchos de ellos intentaron huir de la barbarie y eran acribillados mientras intentaban la escapada.

  Desde entonces, el viajero que pasa por Belchite se lleva consigo parte de la agonía de ese pueblo, son muchos los que les ha salido el misterio a su encuentro, por presencias extrañas, psicofonías, luces, etc... Y es que en Belchite tú no buscas el misterio, si no que este te encuentra a tí.

  En 2011 nuestros amigos de Cuarto Milenio pasaron un par de noches en Belchite la vieja, se quedaron anonadados, al igual que nosotros, obtuvieron gracias a un compañero suyo, las mismas melodías que años antes nosotros escucháramos en la Iglesia de San Martín. Nos pusimos en contacto con ellos y ellos con nosotros, sorprendidos por la grabación, preguntamos, y dimos con la clave, el párroco de Belchite nuevo, desde el año 2009, pone estos acordes en la Iglesia del nuevo pueblo, y al parecer es posible escucharlos en el Belchite viejo, ¿pero, entonces por qué nuestros compañeros no escucharon nada? ¿Y, las campanas que oyó mi hermano? Son preguntas que quedan en el aire y es que mientras el hombre exista seguirá persiguiendo respuestas.



    “Pueblo viejo de Belchite, ya no ten rondan zagales, ya no se oirán las jotas que cantaban nuestros padres”

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