Sangre y Tinta: Yo también tengo Un Secreto


En su Teofanía, Teccam habla de los secretos y los llama «tesoros dolorosos de la mente». Explica que lo que la mayoría de la gente considera secretos no lo son en realidad. Los misterios, por ejemplo, no son secretos. Tampoco lo son los hechos poco conocidos ni las verdades olvidadas. Un secreto, explica Teccam, es un conocimiento cierto activamente ocultado.


Los filósofos llevan siglos cuestionando su definición. Señalan los problemas lógicos, las lagunas, las excepciones. Pero en todo este tiempo ninguno ha conseguido presentar una definición mejor. Quizá eso nos aporte más información que todas las objeciones juntas.
En un capítulo posterior, menos conocido y menos discutido, Teccam expone que existen dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazón.
La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeños escándalos susurrados. Esos secretos ansían liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto más los guardas, y se hinchan hasta presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes.
Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven.
Teccam sostiene que es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón. Cualquier idiota sabe escupir el veneno, dice, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos. Tragamos para contenerlos todos los días, obligándolos a permanecer en lo más profundo de nosotros. Allí se quedan, volviéndose cada vez más pesados, enconándose. Con el tiempo, no pueden evitar aplastar el corazón que los contiene.
Los filósofos modernos desprecian a Teccam, pero son buitres picoteando los huesos de un gigante. Cuestionad cuanto queráis: Teccam entendía la forma del mundo.




Mojé la pluma e intenté pensar por dónde podía empezar.
En todos los años transcurridos desde entonces nunca se lo había contado a nadie. Ni siquiera lo había susurrado en una habitación vacía. Era un secreto que había tenido agarrado tan fuerte, tanto tiempo, que cuando me atrevía a pensar en él, pesaba tanto en mi pecho que apenas me dejaba respirar.
Volví a mojar la pluma, pero las palabras no acudían. Abrí una botella de vino pensando que quizá me ayudaría a soltar el secreto que guardaba. Que me proporcionaría un dedo para hurgar dentro y sacarlo. Bebí hasta que la habitación empezó a dar vueltas y la tinta se secó en el plumín formando una costra.
Horas más tarde, la hoja en blanco seguía contemplándome, y golpeé la mesa con el puño, furioso y frustrado; le pegué tan fuerte que me sangró la mano. Así de pesado puede volverse un secreto. Puede hacer que la sangre fluya más fácilmente que la tinta.

                                                El temor de un hombre sabio, Patrick Rothfuss

Comentarios

  1. Antes de que salga el tercer libro de Patrick Rothfuss, releeré La Sombra del Viento y El Temor de un Hombre Sabio.

    Son obras maestras para tener en la mesita de noche y visitar cada vez que el alama te pida arte hecha palabra.

    Un saludo
    xoxo
    Amarie
    Libros hasta el Amanecer

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