Crecuspulum mens nesciat

   Jugaba tranquilamente con su hermano en el Otoño recién entrado. Sus pies pisaban las hojas secas de los árboles de hoja caduca, se palpaba un ambiente húmedo típico de esas fechas. Jugaba, era feliz, no tenía preocupaciones, ni deberes, no tenía responsabilidades que le ocuparan su cabeza, como hacían con sus mayores, sólo se dedicaba a disfrutar de ese precioso tesoro que era el tiempo. Aquel día había conseguido convencer a su tío para que los llevara a la sierra. A pesar de su escasa edad, 9 años, sentía un irrefrenable impulso a conocer todas las cosas que le rodeaba, sobre todo aquel mundo, que más le maravillaba, el mundo vegetal, era por eso por lo que había estado luchando horas antes con su querido tío, para ir a buscar un árbol, uno que en Andalucía al parecer y por lo que había leído era difícil de encontrar, pero, allí estaba él para hallarlo.


   -Papa, ya hemos llegado, venga ven conmigo.
   -....
   -Venga, ven, ten mi mano, no te preocupes.
   -Tu, qu.. yo....
   -Aquí, aquí siéntate aquí.

   El árbol en cuestión, era un Arce Campestre, más conocido como Arce Común, por su cabeza, pululaban todos los datos que debía de tener en cuenta para su reconocimiento: "El Arce Campestre, es de la familia de los Aceraceae, se trata de un árbol originario de gran parte de Europa, Argelia, Asia Menor y Persia. En España se le puede encontrar en la mitad norte desde la Sierra de Guadarrama y la Serranía de Cuenca. Se trata de un árbol de hoja caducifolia de crecimiento rápido y forma redondeada. Tiene densas ramificaciones, tronco tortuoso, corteza suberosa y hojas estrelladas, verde opaco por arriba y lanoso por debajo, que se vuelven amarillo ámbar en verano. Hojas: simples, opuestas, caedizas, palmeado-lobuladas, palmeado-hendidas, con 5 lóbulos pubescentes de jóvenes, glabras al madurar, verde por las dos caras, con un largo peciolo. Flores en racimos erectos ramificados, hermafroditas, actinomorfas, coetáneas con las hojas. Cáliz con 4-5 sépalos. Corola con 4-5 pétalos. Estambres generalmente 8. Fruto esquizocarpo disámara, alas abiertas en línea recta..."

   Un niño que no conocía se acercó a él, dándole un beso en la mejilla. El no supo por qué reaccionó sin control, devolviéndole una calurosa sonrisa a aquel niño, que nunca había visto. El ambiente le era familiar, pero no sabía dónde se encontraba, estaba desconcertado, perdido, rodeado de personas, que en su vida había visto: 2 mujeres, 1 de ellas de mediana edad, la otra de edad avanzada, 1 hombre y 3 niños. Parecían todos muy felices, pero a su vez se podía observar unas cortinas en sus ojos de desasosiego, algo, les preocupaba, pero él no entendía el que.

   - Sabes hermanito, el árbol que andamos buscando se utiliza para muchas cosas. La madera se ha usado en carpintería y ebanistería y las hojas se han usado para pienso para el ganado. Tiene propiedades medicinales como astringente que se aprovecha para elaborar productos cosméticos. .- Dijo el chiquillo.
   El tío interrumpió la conversación y objetó:- También se ha utilizado como ornamenta, aislado, aunque no resulta muy llamativo.
    - Pues entonces cuando lleguemos nos haremos unas pulseras con las ramas que haya en el suelo, así siempre recordaremos este día.- Sentenció el más pequeño de los dos.
    - Bien, me parece una gran idea.- Les sonrió a ambos, y una vez dicho eso, se centró sólo en encontrar aquel árbol, y empezó a caminar.

   Hacía frío, sí, pero en lo hondo de su corazón podía sentir que una llama brotaba de felicidad. La cuestión era, ¿por qué? No entendía nada de lo que acontecía a su alrededor, él estaba sentado, y se movía, se movía no con mucha rapidez. Podía observar un paisaje verde, se respiraba aire puro por doquier, se escuchaba el piar de un sinfín de pájaros. Era todo tan bonito. Atentamente, a su lado, caminaban 2 de los niños que anteriormente había visto acercarse cariñosamente hacia él. Sonreía sin saberlo.

   Los chicos tenían demasiada energía, pensó el tío de ambos. Se había distanciado paulatinamente de ellos, contemplando el bello juego de aquellos rapaces. Les recordaban a su infancia.
   El mayor de los hermanos sólo deseaba llegar al lugar en cuestión, y contemplar aquel magnifico árbol, y a parte de ello, ver la cara de su pequeño hermano, cuando viera la sorpresa que le tenía guardada desde días anteriores, por su puesto, su tío había participado en el pastel.

   Se le había caído la bufanda de color beige. Uno de los pequeños, se acercó a recogerla, y tras trastear con ella, se la pasó a la mujer de mediana edad. Esta, se la volvió a colocar en el cuello, con sumo cuidado.
    A pesar del buen tiempo, la Primavera aún verdeaba en las hermosas serranías de Andalucía y aún refrescaba, por lo que iban medianamente abrigados. Sentía una gran satisfacción de la familia que tenía, sus hijos, su marido y sus padres. Aquel día iba ser bastante especial, o al menos eso era lo que pretendían yendo hacia ese lugar. Quedaba poco para la llegada.

   Tras haber perdido un tiempo persiguiendo a una pequeña ardilla que había salido a su paso, los chicos, seguidos no muy lejos por su tío, estaban a punto de llegar al lugar pactado. El muchacho miraba impaciente a su hermanito, y buscaba en la mirada de su tío la complicidad de este. Un poco más y habrían llegado al lugar en cuestión. Ya podían observar en lo alto de la colina donde se encontraban, una frondosa ramificación de los grandes brazos del Arce.

   Notaba que subían, el traqueteo del carrito donde se encontraba era algo más brusco de lo normal. Iba sumido en una ensoñación, no sabía si de verdad estaba ocurriendo. De pronto, el traqueteo paró, oyó voces, parecía que habían llegado adonde fuese que iban.

   Se encontraban debajo del majestuoso árbol, debía tener siglos. "¡Qué maravilla!", pensó Antonio. Se asombraba cada vez que lo contemplaba, se maravillaba de cuán perfecta podría llegar a ser la naturaleza. Su hermano no pudo más que expresar un simple "Guaauu" por lo que veía a través de sus ojos.
   Llegó el tío, fatigado, el trabajo que realizaba en el campo, desde que él era joven, no dejaban a nadie indiferente, y a pesar de ser un hombre recién entrado en  la cuarentena, su pobre cuerpo estaba sobre explotado, pero por nada en el mundo se podía perder la generosidad de aquel chiquillo de 9 años para con su pequeño briboncillo. -La sonrisa de un niño-, le había dicho su difunto hermano. - Lo cura todo-. Y cuánta razón tenía, pensaba. Allí estaba él, con sus queridos sobrinos, con los hijos que su hermano, apenas había podido disfrutar. Una lágrima se asomó por su ojo derecho.
   Antonio, cogió a Jose Luis del hombro, y lo guió hasta una oquedad que se había formado en una de las bases del tronco del árbol. Le apremió a que entrara en él, y así lo hizo, al poco tiempo salió con un paquete entre las manos. -Ábrelo-. Dijo Antonio, con una mueca de incontestable satisfacción. Selu, que era como lo llamaban habitualmente sus amigos y familiares, se puso manos a la obra torpemente del nerviosismo. Quitó cuidadosamente el pobre papel que tenía y apreció a ver una hermosa bufanda de color beige. Rápidamente, se volvió hacia su hermano y lo abrazó con todo el amor que supo su aún joven corazón corresponder ante tan alto obsequio.- Quiero, que te lo quedes Selu, así cuando yo me vaya del pueblo a estudiar, me podrás recordar, y además te abrigará del frió- sonrió cariñosamente y le dio un beso en la mejilla.
   Su tío Sebas, presenciaba ese dulce momento, Antonio, era el fiel reflejo de su hermano, había gastado todos sus ahorros, que durante año y medio había guardado concienzudamente, en un bufanda para su hermano.

   Aquel sitio idílico le sonaba, ante sí un gran árbol se alzaba solemne, como si el tiempo no hubiera hecho mella en él, debajo de aquel árbol se encontraba alguien, una persona conocida, que, en esos instantes achuchaba tiernamente a los niños, los cuales disfrutaban con las carantoñas que les hacía. Su yerno, que era el que empujaba el carrito donde iba, se acercaba con paso decidido hacia ese rincón del árbol donde se encontraba ese extraño conocido. Llegaron.
   - Hola hermanito- Sonrió con desmesura aquella persona tan especial, y fue entonces, cuando, por primera vez en aquel día de primavera supo, quién era él y lo más importante, quienes eran aquellas personas con las que había estado todo el tiempo. Con todas las fuerzas de las que se pudo acopiar atinó a decir:- Buenos días Selu-. De sus ojos, brotaron unas lágrimas de melancolía. Ahora entendía todo, y recordaba que, la bufanda que llevaba su hija, no era más que la que él, años atrás le había regalado a su hermano, y que este, cuando ella cumplió los 9 años, se la había ofrecido, para que lo recordara, pues, tenía que partir al extranjero por motivos de trabajo, y, su sobrina, tenía mucho apego hacia él.
   Su Yerno, le dio apoyo con la palma de su mano en el hombro del anciano. Mientras, sus nietos habían corrido hacia la oquedad del árbol y habían extraído un paquete. -Para ti- gritaron al unísono los tres, y cada uno corrió a darle un fuerte beso en la mejilla. Con sus manos temblorosas, Antonio, abrió el paquete, no sin ayuda de su esposa. Lo que vio le dejó fascinado, era... era, un pequeño bonsai de Arce menor.
  Selu, habló por fin, aguantando el nudo en la garganta, para no saltar a llorar, y acertó a decir: -Pase, lo que pase, nosotros siempre estaremos juntos, te quiero-.

  La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales. Se caracteriza en su forma típica por una pérdida progresiva de la memoria y de otras capacidades mentales, a medida que las células nerviosas (neuronas) mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian.
  La enfermedad suele tener una duración media aproximada después del diagnóstico de 10 años.La causa que lo provoca permanece desconocida. Las investigaciones suelen asociar la enfermedad a la aparición de placas seniles y ovillos neurofibrilares. Actualmente esta enfermedad afecta a 30 millones de personas en el mundo. El número de personas con demencia esta proyectado a aumentar 81 millones para el año para el 2040.   Vivimos en un mundo que envejece rápidamente. Las enfermedades crónicas son las causas principales de muerte en todas las regiones del mundo exceptuando África. La demencia afecta principalmente la calidad más que el tiempo de vida, y es la causa más importante de necesidad de cuidado en las personas mayores. El costo directo de cuidar a una persona con enfermedad de Alzheimer, excede el costo de las enfermedades cardiacas, cáncer y trombosis combinadas.   2011 es el Año de la Investigación del Alzheimer, no se puede olvidar esta terrible enfermedad que en poco tiempo puede ser desoladora, no debemos dejar ni un sólo segundo de investigar para encontrar un tratamiento, ya que una persona morirá, sí, pero tiene derecho a guardar sus recuerdos, tiene derecho a conocer a quienes ellos quieren. Se puede morir de cáncer, de viejo, de cualquieras de las maneras que uno se imagine, pero acaso hay algo peor que una muerte en vida, el Alzheimer es como morir emparedado en tu propia cabeza, sin saber quien eres y lo que es aún más triste sin conocer a las personas que quieres."  

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