Mi Encuentro con Iker Jiménez
Como toda aventura, todo empieza, surge, sin previo
aviso. Era Diciembre de 2014, e iba a surgir una oportunidad única para conocer
en primera persona al que sin lugar a dudas le debo, entre otras cosas, el
nacimiento de esta humilde morada.
La posibilidad
se había dado en la jornada del 12 de Diciembre, viernes, puerta casi de mi
vigésimo tercer cumpleaños, y de una nueva festividad navideña. Sin embargo,
mis dudas ante tal aventura no serían disipadas hasta entrada la noche del 13
de Diciembre. Tras un largo día, llegué a mi casa, entré en mi cuarto, y con el
portátil en las manos decidí meterme una vez más en la página de Cuatro donde
podría ver con más detenimiento como se iban desarrollando las cosas. Para mi
sorpresa, de las tres charlas que se iban a impartir, la última, que era la que
verdaderamente me llamaba la atención, estaba casi agotada, sólo tres entradas,
de trescientas aún permanecían disponibles, esperando a su dueño.
No podía pensármelo, no daba tiempo, raudo cogí el móvil, wasapeé a mi amigo Alberto Mariscal, para así poder cerciorarme de su disponibilidad para el 24 de
Abril de 2015, ya que debía desplazarme hasta Madrid, y la economía no es algo
en estos tiempos a no tener en cuenta. Tras el veredicto afirmativo, llegaría
el momento de invertir 30€ en pos de un
sueño que engloba ya posiblemente más de una década, conocer a Iker Jiménez
Elizari (10 de Enero de 1973, Vitoria).
Los
siguientes meses transcurrieron entre las fiestas navideñas, y los debates
entre mi padre y yo, sobre si ir a Madrid en coche, o realizar dicho viaje por
carretera en autobús o por vía férrea. Fueron hasta el mes de Marzo, tres meses
tranquilos, donde pude asistir a numerosos cursos, donde he dedicado mi tiempo
y dinero en curtirme en formación, desde Momias hasta la nutrición, pasando por
transgénicos y la genética que ello implica. Siento no haberos mostrado aún
nada de esos aprendizajes, pero el tiempo, eso que se nos escapa en cada
suspiro, empezó a escasear, cuando a mitad del mes de Marzo, cuando el Sol ya
hacía presagiar la primavera, con sus mantos verdes en los campos, decidí, con
el empujón clave de mis padres, aceptar el reto de las oposiciones.
Sería
entonces cuando el tiempo empezaría a escasear, y para colmo, poco a poco la
cita se iba acercando, el final del curso para unos, como mi amigo Alberto,
hacía que también acumulara estudios y que el fin de semana del 24 de Abril
peligrara con el paso del tiempo. Dudé. Y finalmente tras recapacitarlo en
numerosas ocasiones decidí hacer un viaje de ida y vuelta en menos de 24 horas
a Madrid, vía férrea desde Granada, un viaje que me costaría un enorme pastizal
pero valía la pena, con tal de estar allí, molestar lo menos posible a mi
querido amigo, y hacerme el favor de no derrochar un solo minuto en mis
estudios.
Así
sería como una semana antes, el 18 de Abril de 2015, decidiría que viajaría a
las 9:40 min hacia Madrid, con un problema añadido, que las vías que en un
principio debía llevarme hasta la capital de España, estaban cerradas hasta la
ciudad malagueña de Antequera, así pues, sería necesario tomar un autobús, que
saldría las 9:40 minutos, como he referido con anterioridad, para llegar a las
11 horas a RENFE, donde ahora sí, tomaría el AVE a las 11:23 minutos para
llegar a Madrid a las 13:35 minutos. Así fue como ocurriría el viaje del día 24
de Abril.
Pero,
¿cómo había llegado yo hasta dicha situación?
“….cada uno debería preguntarse
quién es, ¿cuál es su historia? ¿Por qué yo soy así? Seguro que se le da
sentido a muchas cosas… Cada uno tiene su historia, ninguna mejor que otra,
esta, es la mía.” Iker Jiménez Elizari 24/04/2015
Para
comprender mejor a quién esto escribe es necesario, volver al pasado, al mismo
momento de mi nacimiento en aquella madruga del 17 de diciembre de 1991. Lo
primero que podrían decirles cualquier familiar que estuvo caminando junto a mí
en esos primeros años de vida, es que sin lugar a dudas era todo un remolino.
Incluso algunos de los vecinos de la gaditana localidad de Barbate donde
veraneábamos, les decían a mis padres “no
parece que tengáis un niño, sino siete”. No paraba quieto. Y fue allí en
Barbate, cuando me empezaría a acercar al misterio de la ciencia, gracias entre
otras cosas a los enormes documentales que emitía la 2 de televisión española
de manera casi ininterrumpida. Aquel chico que apenas empezaba a dominar la
escritura, iba tomando notas de todo cuanto se decían en ellos. Programas como
“El mundo de Beakman”, marcaron un antes y un después en ese pequeño, que
soñaba con algún día llegar a pisar mundos extraterrestres.
Unido
a este excéntrico científico de pelos electrizados y a la rata de laboratorio,
ese niño que era yo, se adentraría también poco a poco en el mundo de los
cómics, acompañando al periodista Tintín y su inseparable Milú en sus múltiples
aventuras, mientras se adentraba en el mundo de la lectura. Ese reportero, que
se recorría el mundo resolviendo misterios y encontrándose con enigmas
indescifrables, iba a acompañarme hasta las puertas de la pubertad, lectura
tras relectura en ese apasionante viaje a través de las viñetas.
A
pesar de todo, algo debió ocurrir, pues ese interés desmesurado por todo lo que
le rodeaba, por esos apuntes que en el pasado hacía, dejaron de hacerse. La
escuela, aquella que debía guiar al niño hacia sus sueños iba a convertirse en
la verduga de muchos de ellos. A penas encontraba motivación por lo que se
hacía en clase y sin embargo, asombraba la facilidad con la que hacía ciertas
cosas, cuando realmente se me ponía contra las cuerdas. Mi padre sin duda tuvo
que sufrir mucho por esta tesitura que se iría repitiendo indefiniblemente
hasta Bachillerato. Quizás él, y mal que les pese a algunos, haya sido el mejor
profesor que haya tenido en mi vida.
El
siglo XX llevaba a su ocaso, y en casa iba a llegar un tremendo equipo de
música, con el que mi padre estrenaría el disco recién lanzado por MikeOldfield, Tubular Bells III. Recuerdo ese año 1998, cuando desde Londres sería
retransmitido el concierto que daría Mike, y este pequeño que os habla, estaba
ensimismado, pegado a la televisión, boquiabierto y ojiplático al ver que
aquellos tipos creaban música desde unas simples copas de cristal… Fascinante.
Mi dedicación fue en aquellos días recrear la música con mi propia voz, sin
mucho éxito. Oldfield nos acompañaría siempre en cada viaje a los rincones más
profundos de España, en el futuro, debido a la afición de mi padre por él. El
sonido hipnótico de la guitarra eléctrica, el xilófono y las campanas tubulares
podían transportar la mente de aquel niño a un viaje espacial dentro de su
imaginación, nada era imposible.
Mi
pasión por los cielos (para saber algo más, leer: El Chico que Miraba las Estrellas), no podría decir de dónde provenía, se trataba de algo
innato, adherido según pienso al mismo Ser Humano. Admirar los cielos, esos
cielos estrellados, soñar con llegar a ellos, alcanzarlos, como hizo Tintín en
“Aterrizaje a la Luna” era sin lugar a dudas, algo más que un sueño. Esas noticias que
iban corriendo, de naves que llegaban a Marte, de futuras misiones al planeta
rojo, tripuladas, en un principio para la década de los años 20 del siglo XXI,
en ese siglo recién nacido, era una explosión de ilusión por algo que
trasciende el concepto que podemos tener de nosotros mismos.
Recuerdo
mis conversaciones, ya en era preadolescente, con mi abuelo materno, mientras
jugábamos a las damas (para saber más, leer: La Partida de tu Vida), o almorzábamos, sobre el futuro que deparaba al ser
humano la astronomía. Él me explicaba que era una enana blanca, en el coche
mientras íbamos para Chipiona… son recuerdos imborrables en la memoria de un
niño, que en el año 2002 iba a descubrir el concepto de espacio-tiempo, gracias
a la genial novela Contact llevada a la pantalla gracias a la maestría de
Carl Sagan como divulgador científico.
Tras la venta del piso de Barbate allá por el año 1999, mis padres se dedicaron a hacer viajes por toda la península, que servirían de estímulo a aprender más sobre la historia, que junto al increíble regalo de todos los tebeos de Asterix y Obelix, en el año 2001 con motivo de mi Primera Comunión, refrendarían este hecho. Y fue en 2002, en un viaje que hicimos a la provincia de Cuenca, cuando una noche, en un hotel y una ciudad que no logro recordar, este que aquí escribe vería Contact. Lógicamente por mi corta edad y las numerosas pausas publicitarias, no lograría ver por completo la película, pero sí lo suficiente como para asaltar al día siguiente a mi padre con una loca batería de preguntas sobre la misma, y la increíble identidad del Universo, mientras él conducía aquel Mitsubishi Galant que tantos quisimos, hacia nuestro próximo destino.
Tras la venta del piso de Barbate allá por el año 1999, mis padres se dedicaron a hacer viajes por toda la península, que servirían de estímulo a aprender más sobre la historia, que junto al increíble regalo de todos los tebeos de Asterix y Obelix, en el año 2001 con motivo de mi Primera Comunión, refrendarían este hecho. Y fue en 2002, en un viaje que hicimos a la provincia de Cuenca, cuando una noche, en un hotel y una ciudad que no logro recordar, este que aquí escribe vería Contact. Lógicamente por mi corta edad y las numerosas pausas publicitarias, no lograría ver por completo la película, pero sí lo suficiente como para asaltar al día siguiente a mi padre con una loca batería de preguntas sobre la misma, y la increíble identidad del Universo, mientras él conducía aquel Mitsubishi Galant que tantos quisimos, hacia nuestro próximo destino.
Por
aquel entonces, viendo la creciente devoción que tenía por los cielos, mi padre
me quiso llevar a una de las salidas nocturnas que muy de vez en cuando
realizaba la “Agrupación Astronómica Magallanes”, en los alrededores de la
Alameda Vieja en Jerez. Sin embargo, por causas ajenas nunca llegó a hacerse
realidad. Por otra parte, no cejó en su empeño para que realmente amara aquello
que se alzaba por encima de mi cabeza. Me propuso incluso comprarme un
telescopio, y yo, con una madurez extraordinaria para la edad que tenía,
deseché la propuesta, ya que me parecía una inversión bastante cara - ¡oh dios,
un telescopio!-, para el tiempo que finalmente le iba a poder dedicar.
Sería
también ese mismo año, ya en el nuevo curso académico, cuando mi visión sobre
la asignatura de Religión cambiaría drásticamente, sin haber motivo aparente,
aquel chico que sólo se dedicaba a hacer bromas, tras bromas, llegaría a clase
entusiasmado por esas “aventuras” que se contaban en la Biblia y asombraría a
su profesora ante tal destreza adquirida. Y fue en otra noche de
Otoño/Invierno, cuando sin saber muy bien porqué, empecé a hablarle a mi padre
de aquel tipo llamado Jesús. No recuerdo muy bien como fluyó aquella
conversación, pero terminé con un libro entre las manos, que mi padre me había
entregado, donde se hablaba de un análisis científico llamado Carbono 14, en el
que se analizaba una misteriosa sábana que decían haber envuelto el cuerpo de
Cristo. Esto me impactó enormemente. Pues a pesar de los resultados, un tanto
confusos, que dataron la síndone de Turín entorno a los siglos XIII-XIV,
crearon la estimulante idea en aquel chico que, después de todo, había más de
verdad de lo que él mismo se llegaba a imaginar por aquel entonces en
referencia a la figura de Jesús de Nazaret. Por supuesto, mi padre me habló de
Caballo de Troya (Para saber más, leer: J.J. Benítez, Nada es lo que Parece: Caballo de Troya)…
La Educación
Primaria, terminaría de esa forma, y como bien podéis haber comprobado, la
figura de Carl Sagan planeaba ya por aquel entonces en la conciencia de un niño
que empezaba a conocerse y conocer el mundo que lo rodeaba, aunque él aún no lo
sabía. Los ecos de Sagan y de Félix Rodríguez de la Fuente eran constantes, por
los documentales, películas y la sabiduría que mi abuelo poco a poco iba
revelándome. En aquel cuartillo en Jerez donde él normalmente cenaba en
soledad, se escuchaban de vez en cuando de fondo los susurros de encuentros en
la tercera fase, y otra serie de casos en programas que sin lugar a dudas eran
dirigidos por Fernando Jiménez del Oso…
El
tiempo pasó, para todos, y a pesar del aparente olvido, aquella semilla por
descubrir estaba en mí. Aunque pocos fueron los que pudieron exprimirla en su
jugo en la Educación Secundaria.
La
radio siempre ha sido de vital importancia en mi vida, quizás más aún que la
televisión o el mismo Internet, a pesar de toda la magnificencia que arrastra
ahora el mero hecho de pronunciar Internet.
Mi padre, ya de chico, aparte de enseñarme a jugar al ajedrez cuando ni siquiera sabía leer, me regaló una "pequeña" radio de mano, para que pudiera escuchar los deportes que tanto me gustaban, en el "Carrusel Deportivo”. Ese regalo hizo,
que tiempo más tarde, y con los avances pertinentes de la tecnología, pudiera
cada noche sintonizar Canal Sur radio para escuchar “El Pelotazo”, y fue así,
como un buen día con unos 14 años, descubriría en Onda Jerez Radio el programa
titulado “El Retorno del Brujo”, un espacio dirigido y presentado por Raúl Ruiz
Verdejo, y en donde tras el avance del programa se escuchaba el sintonizar de
la radio, dando paso a numerosas voces del misterio que hacían referencia a ese
mismo espacio, una voz femenina que decía,
“yo creo
que estamos dando un poco tanto con vuestro programa como con Milenio3 en la
Cadena Ser, estamos dando un poco de seriedad al misterio”
se asomaba por
la noche seguidos a la referencia de..,
“puede que a partir de escuchar este
programa o el mío cada semana, o lo que sea, eh… cambie sus vidas de alguna
forma y eso está ocurriendo amigo, día tras día”, esa voz era sin duda la
de Iker Jiménez Elizari, que nombraba, como no, a través de su mujer Carmen
Porter su mismo programa, Milenio 3.
“Enhorabuena, por esa fantástica
labor que estáis haciendo en la divulgación de estas temáticas, ¡que ya va siendo
hora de verdad!, de que.., de que la gente se dé cuenta de que este tipo de
temáticas se pueden tratar de forma seria, y no como lo está haciendo la
televisión actualmente”, terminaba diciendo esa entrada al
programa el investigador Lorenzo Fernández Bueno, que aún tardaría en conocer.
Así
fue como me adentré poco a poco en las profundidades del misterio, gracias al “Retorno
del Brujo”, que escuchaba en la cama con las sábanas hasta la cabeza. Quizás
uno de los casos que más me impactara por aquel entonces, fuera el encuentro
con lo extraordinario que tuvieron varios militares en la madrugada del 12 de
noviembre de 1976 en la localidad pacense de Talavera la Real, una mezcla de
miedo y fascinación por lo desconocido, sin duda, recorrió todo mi ser.
Un
buen día, allá por 2004-2005, en una de esas incursiones que hacía de madrugada
por la radio, me topé con ese programa que se mencionaba en el que se emitía por
aquel entonces en Onda Jerez Radio, no era otro que Milenio 3. Me atrapó.
Recuerdo
que cuando empecé a seguir el programa se emitía tanto las noches de los
viernes como la de los sábados, para tiempo después tomar la franja de
madrugada de la noche del domingo, tras el “Larguero” de la Cadena Ser, que por
aquel entonces concluía a eso de las 1 de la mañana. Unos años más tarde, el programa se
acortaría en media hora tomando el formato actual de 1:30 a 4:00 de la mañana.
Fueron
unos años duros en lo que respecta a los estudios, salvo excepciones.
Sería
durante el año 2006 en los recreos, cuando comentábamos muy de vez en cuando,
con mis amigos, estos programas que escuchábamos en horas intempestivas,
dándome cuenta, que ese miedo aparente, que en un principio me habían llegado a
causar, se había convertido en una fascinante aventura que surcar cada fin de
semana. Así era yo, y sabía, que a pesar de todas las dificultades que me
encontrara, siempre iba a tener unas horas ausentes escuchando a Iker y
compañía contar casos extraños, conspiraciones, o nuevos descubrimientos que
algún grupo de científicos hubiera acabado de realizar.
Eran
años de estudios durante el verano, y para relajarme un poco, me dedicaba a
grabar todo documental, o programa que tuviera algo que ver con la astronomía,
sin lugar a dudas mi gran pasión. Desde aquel verano de 2006, año tras
año, como si fuera un ritual, volvía a las andadas y a contemplar desde todas
las ópticas posibles la fascinación que me embargaba por el Universo. Fue de
esta manera, como también caí de irremediable manera, en esa que llamaban la
“Nave del Misterio”, el programa hermano de la Cadena Ser que se emitía, y se
sigue emitiendo en Cuatro. Si bien es cierto, que ya había visto retazos del
programa, no me zambullí hasta un par de años más tarde en él.
Sería
en los primeros compases del año 2007 cuando me toparía con uno de los libros
cuyo rumor, como el agua de un río transitando en la distancia, había llegado
hasta mis oídos mucho antes de desempolvarlo de la librería donde,
pacientemente, aguardaba para volver a ser leído. Tiempo atrás, había quedado
prendado de la creencia imprenta en la tela que allá en Turín era expuesta casi
a cuenta gotas. Al parecer, años antes de que yo viera el mundo por vez
primera, un jovencísimo J.J. Benítez se topaba con las investigaciones que los
científicos llevaron a cabo sobre la sagrada tela que se creía, amortajó al
maestro. Eran los finales de los 70, y la vida de Benítez, así como del propio
Iker Jiménez iban a cambiar para siempre. Aquella mayor herencia que recibimos
de nuestro paso por la Tierra no es la genética, si no las relaciones
inquebrantables, como hilos invisibles que nos conectan con otros seres
humanos, a través del amor, que ellos hicieron por descubrir y el tiempo
dedicado a las personas, esa y no otra es la verdadera herencia, que estaba aún
por descubrir, para ellos en aquel entonces, y para mí en ese momento.
Así
fue como empecé mi largo viaje junto a Jasón a los albores de nuestra era. Así
fue cómo surgió mi interés finalmente en la figura de Benítez, ese, que tiempo
atrás había hecho que un niño llamado Javier Sierra saliera a su encuentro cada
día, a las carreteras buscando un viejo Seat 124 azul “marica” como Benítez
mismo se refería a él, con la esperanza de poder ver a su “héroe”… Fue Benítez
el que movió el ímpetu inquebrantable en una noche de fiebres de otro joven,
cuando al recalar en el desván de casa de su primo, encontró un libro que relataba
encuentros con seres que bien podían proceder de las estrellas. A la mañana
siguiente, como en un cuento, aquel chico de escasa edad, veía como en las
páginas de la prensa, contaban extraños casos OVNIS que se habían dado en la
ciudad de Vitoria, su ciudad. El estupor
que le recorrió el cuerpo fue tal, que a duras penas dormiría la siguiente
noche, pensando en aquel libro desempolvado escasas horas antes y viendo como ahora las
letras de aquel libro cobraban vida como él jamás llegó a pensar. Aquel chico,
era, Iker Jiménez.
Aquel
reportero navarro, afincado en Barbate (Cádiz), había cambiado para siempre el
concepto de misterio en nuestro país.
Aunque,
para qué mentir, tardé mucho en leerme Caballo de Troya, quizás fuera por mi
poca madurez en el ámbito lector, me resultó un poco farragoso un libro con
tal carácter descriptivo como aquel.
Por
mi parte, en los siguientes años, seguiría profundizando más y más en los
misterios que entrañaba el Universo (para saber algo más, leer: Un Universo Lleno de Vida: La Misión). Así mismo, redescubriría la Cultura
Clásica, fascinándome con esa etapa de la antigüedad tan esplendorosa que
nuestra especie tuvo y que sin embargo, se borraría casi de los anales de la
historia de un plumazo, quedando relegada al ostracismo.
Ya
en Bachillerato, y a pesar de los pesares, notaba como cada vez recobraba
aunque fuera de a poco, aquella creatividad niña con la que nacemos, aquel don
para fascinarme por cualquier cosa, empezaba a vivir, aunque si bien es cierto
quizás también viviera mi etapa más oscura como ser humano, hasta la fecha
vivida. No obstante, pequeñas minucias para las verdaderas desgracias que a
cada minuto acontecen en nuestro mundo.
Todo
se magnificaría a raíz de mi partida a Granada para emprender mis estudios.
Quizás esa madurez que aún me faltara se fue cuajando en los siguientes meses,
donde me tocaría vivir sólo en una ciudad hasta aquel entonces prácticamente
ajena para mí. Recuerdo que fue entonces cuando empecé a escuchar la radio en
el silencio de la noche, junto a la estufa y en la más absoluta oscuridad. Era
2011, y empezaban a relatarse extraños casos, desde los sonidos que se iban escuchando en
determinadas localidades en diferentes partes del mundo, conocido
como The Hum, así como agujeros en la Tierra de Yamal, y de la siempre creciente preocupación por el 2012 (para saber más, leer: Los Hombres del Maíz). Sí, fue en ese año donde pegaría un salto cualitativo en lo que a
este mundillo se refiere. Mis idas y venidas de Jerez a Granada daban para
charlas muy jugosas en el coche de mis amigos, donde entre otras cosas, se me
animaba a escribirlas en un blog. A final de ese primer curso, decidía poner en
marcha dicho proyecto, que terminaría llamando la atención de Alfonso Saborido
uno de los máximos representantes de la radio comunitaria “Frontera Radio”
(107.0 FM) de Jerez de la Frontera, que por Marzo de 2012 me solicitaría ir a
uno de sus programas para presentar dicho blog, y así fue. Más tarde, y como
integrante de la “Agrupación Astronómica Magallanes”, me podría hacer un
huequillo en el magnífico grupo que comportaba y comporta, desde la década de
los años 90 del pasado siglo, el programa de radio denominado “Un Punto Azul” en
memoria del genial Carl Sagan.
Una
vez más esos hilos invisibles, volvían a jugar con el destino de las personas.
Pues allá por el año 2004 los integrantes de Milenio 3 con Iker
Jiménez a la cabeza, harían por vez primera en el siglo XXI una alerta OVNI que movilizaría
a toda España, y donde entrarían en las ondas de la Cadena Ser al ser
preguntado por Iker la voz de Alfonso Saborido. Años más tarde, Iker recordaría
esa noche de la mano de un joven para él desconocido.
2012
sería el año de descubrir a grandes figuras como fueron Fernando Jiménez del
Oso, Carl Sagan, y de profundizar por completo en la persona de Benítez. Todo
rastro de internet fue escrutado en busca de sus programas, de sus vivencias,
de sus entrevistas… Encontraría el programa de “Espacio en Blanco” en Radio
Nacional y un poco más tarde “La Rosa de los Vientos” de Bruno Cardeñosa, donde
participa como contertulio Lorenzo Fernández Bueno, ¿curioso verdad?.. Hasta
hoy día.
El
viaje se hizo relativamente corto. Jamás imaginé que sólo se tardara dos
horitas en tren hasta la Capital desde Antequera, pero así fue. Durante el
viaje, había tenido contactos con mi amigo Alberto para que me indicara dónde y
cuándo debía reunirme con él. También hablé con mis padres, y debatiendo sobre
los futuros cruces que la Champions había deparado con otro buen puñado de
compañeros, mientras veía a saltos la película “Aviones: Equipo de Rescate”,
que habían puesto en las pantallas del AVE.
Llegamos
a Atocha, y mi madre me llama mientras me afano en buscar la línea de metro que
lleve hasta la estación de Bilbao, donde había quedado con Alberto a eso de las
14:30. La encuentro. No espero más, compro el tique y subo al metro. Voy con
media hora de adelanto sobre la hora fijada, pero eso da lo mismo.
Cuando
me bajo del metro, salgo de la estación
y me percato que hace calor, más bien diría bochorno, en un día en el que el Sol
estaba enrarecido por una capa de finas nubes que hacían presagiar un cambio en
el tiempo. Alberto es totalmente puntual y vamos junto a cuatro de sus amigos a
comer en un japonés. Hasta ese día nunca había ido a uno. Allí pasaríamos las
siguientes dos horas y medias, bromeando sobre porqué se llamaba “Sumo”. Aunque
más bien estaba claro, ya que el atracón que te pegabas comiendo era digno de
los mejores atracones navideños que cualquier abuela podría preparar para su
familia.
Pasamos
la tarde en la facultad, mientras ellos terminan un trabajo que debían hacer.
Por mi parte me dedico a revisar las noticias del día, y mirar que se cuece en
las redes sociales.
Alrededor
de las 19.30 partimos hasta casa de mi compañero, donde me da las últimas
instrucciones para llegar al Palacio de Linares. Así mismo me pasa el enlace de
su calle para en caso de necesitarla poder echarle un vistazo. La cercanía a La
Moncloa hacía que debiera coger un metro hasta la plaza del Sol, donde debería
enlazar con otra línea que me llevara al Banco de España. Esperaba no equivocarme,
pues debíamos estar a las 21 horas en la Casa de América, y salía de casa de mi
amigo sobre las 20.10.
La
Cibeles regenta el tránsito de los coches mientras cruzo la calle para llegar a
mi destino. Empieza a hacer algo de fresco, mientras el Sol da las últimas
bocanadas de vida en el día. Pregunto por dónde debo entrar y me pongo en la
cola. En el exterior, entre los barrotes y maleza que cubren el patio interior
de la “Casa”, puedo ver a Enrique de Vicente, asiduo colaborador del programa.
Más allá en el inicio de la cola, que doblaba la calle, puedo ver como llega
Javier Pérez Campos, uno de los más jóvenes, sino el que más, reporteros del
equipo. Hay un poco de impaciencia por el retraso, pero la cola empieza a
moverse, sobre las 21:12 de la ya noche madrileña.
Nada
más entrar, por las escaleras que bajan al improvisado auditorio, me cruzo con
una cara conocida, se trataba de Dani Mateo, actual colaborador del programa del
“Intermedio” en la “Sexta”, pero ataviado por un gorro pasa desapercibido hasta que ya es demasiado tarde, y se pierde por el pasillo de entrada. Una
lástima.
Ya
en el auditorio me afano en encontrar mi sitio. Viendo que aún no hay visos de
que empiece la función, hago un par de fotos, y al ver a Javi Pérez Campos, me
acerco a él, y sin quererlo ni beberlo, me veo como improvisado fotógrafo de
todos los fans que quieren llevarse un recuerdo de la velada. Finalmente me
presento, y hablamos durante unos minutos sobre aquel caso de Belchite donde mi
colaboración con él fue fundamental, según el propio Javi, para dar una respuesta
mucho más simple de lo que cabría esperar (para saber más, leer: La Ciudad sin Hombres). Me alegra que tanto tiempo después,
se acuerde de mí. Inmortalizamos el momento.
Minutos
más tarde, se nos pide que ocupemos ya nuestros asientos, obedeciendo sin
tardanza, todo, estaba a punto de comenzar.
Suenan
aplausos y Carmen empieza a hablar. Presentando a Iker Jiménez, como aquel niño
de 10-11 años que tendría una vivencia que le haría cambiar para siempre su
forma de ver el mundo, un mundo que por aquel entonces le acunaba en una
modesta familia de Vitoria. Y cuenta una anécdota que muy pocos conocen,
“acabábamos de empezar la relación, fui a su
casa y no estaba. Su madre Mari que es muy maja, me dijo:- ¡Ay! como mi hijo no
te lo va a enseñar, te lo pongo yo-. Eran unos vídeos, algunos en BETA y otros
en VHS, donde se veía a un niño muy pequeñito con gafas en aquella época, en
pijama y que se sentaba delante de una cámara con la que casi no podía y
entonces la cogía y empezaba a grabar su propio programa de televisión. Ese
niño, sigue haciendo su programa de televisión hoy en día porque ha cambiado
muy poco la manera que tiene Iker de ver las cosas. Esa mirada de niño la sigue
conservando, y gracias a eso es a lo que también ha llegado este equipo, a lo
que ha llegado Cuarto Milenio.”
Carmen
pide que no se usen flashes durante la charla, recalcando que tras la misma
podremos hacernos las fotos que queramos junto a ellos y da la entrada a Iker
Jiménez.
Un
aplauso atronador se escucha acompañado de numerosos silbidos a la entrada por
la parte derecha del escenario que realiza Iker Jiménez. Suena, Pink Floyd; “Shine
On You Crazy Diamond”, a la espalda de Iker se despliega una pantalla que lo
cubre por un manto de estrellas. Alaba a su mujer, pues dice que después de esa
entrada que más puede decir él, pero habla. Habla de sus charlas anteriores,
sobre el alma y sobre el enigma de Bélmez, y Pink Floyd sigue sonando dejándose
arrastrar por una cascada de emociones transmitidas desde la luz de las
estrellas. Me parece ver llegar a Santi Camacho por mi espalda, pero está muy
oscuro y solo intuyo su silueta. Iker habla con la música de fondo:
“de
nosotros depende vivir una vida más o menos limitada, atormentada, gris barra
amargada, o en un momento dado, despejar nuestra mente quizás con esta música
mirando al campo, a nuestra hija, nuestro hijo, nuestro perro, nuestro amigo y
darnos cuenta que la vida tiene momentos irrepetibles, maravillosos y que a
veces uno siente es una sensación, que casi pertenece a algo mucho mayor.
Cuando vemos el Cosmos, algo nos abruma, lo que pasa que ya nadie mira las
estrellas…Pero el cielo sigue ahí para quien quiera leer su mensaje, para quien
quiera comprenderlo. Para mí el cielo es importante, muy importante.”
“Yo quiero hablar de mí por si alguien
encuentra un reflejo de algo en su propia historia que no tiene porqué ser
parecida a la mía, pero eso le impulsa. Creo en el camino de superación, creo
que cada uno de vosotros que estáis aquí, tenéis vuestro propio camino,
vuestras propias pruebas iniciáticas, vuestras propias batallas. Cada uno las
suyas, importantísimas vuestros propios triunfos. Para cada uno hay una receta
individual; el entusiasmo vale, el asombro vale, el reencantarse con la vida
seguro que vale.”
Iker se dirige
ahora a su hija Alma, representativa de todos cuantos estamos en aquella sala en
el Palacio de Linares, lugar donde se produjeron extraños casos a principios de la década de los 90 del pasado siglo, que poco a poco ha ido quedando en el olvido, en pleno centro madrileño, su vida, como la de
cualquiera ha estado llena de dificultades. Ningún triunfo en su vida como en
la de cualquier otro ha sido fácil. Ha tenido que luchar por sus propios
sueños. Que nadie los mine. Que se siga en pie luchando por ellos, pues de
alguna manera el Universo te recompensa con lo que cada cual merece, por ello
Iker realiza esta nueva reflexión,
“…yo doy las gracias todas las noches. Doy
gracias, a eso, llamado “mente mayor”, “relojero cósmico”, que no sabe o sabe
muy poco de religiones o dogmas establecidos, y yo, lo hago así porque me ha enseñado mi papá. He llegado a todo eso
por mi curiosidad. Cada noche doy gracias simplemente por vivir. Por estar.
Tenemos muchos problemas, muchas circunstancias… He conocido a gente
maravillosa que en el peor de las circunstancias tiene esa luz. Y la gran
pregunta con la que empiezo hoy, ¿de qué depende eso?.”
Nadie lo sabe,
hay algo más sin duda, reflexiona él. Es como quienes vemos o escuchamos el
programa, hay quienes lo ven por mero entretenimiento, por el simple hecho de
ver algo más, y hay quienes buscan algo más, quien pretende indagar en todos
esos misterios, esa fascinación por seguir aprendiendo, anhelando las
estrellas. Así se va apagando poco a poco el cielo estrellado que tras Iker se
había desplegado, y ese encantamiento de Pink Floyd que tiene anonado al público
que sin chistar atiende expectante al bueno de Iker.
Aparece
un feto formándose aún en el vientre de la madre, e Iker reflexiona sobre la
vida y los misterios que el empezó a recorrer cuando supo que iba a ser padre,
y los secretos que le aguardaba tener dicha experiencia. Decía el sabio, en
boca de Iker
“¿Qué
sabías antes de nacer? Lo sabía todo, pero con el tiempo lo he ido olvidando.”
La
conciencia, el pensamiento, los recuerdos, en palabras de él, jamás llegaremos
a comprender del todo ese milagro de la vida.
Nos
trasladamos a Vitoria, año 1975, y de fondo, aparece una imagen de un pequeño
de pie a la vera de varias tallas de vírgenes de pequeña estatura de los siglos
que comprendían del XIII al XV, de estilo flamenco. El chico de tan solo dos
años de edad es Iker, y las tallas pertenecen a su abuelo, un comerciante de
piezas antiguas algo peculiar, ya que como comenta el mismo Iker, esa foto
realizada por su abuelo no lo retratan a él, sino a las medidas de las tallas
que iban a ser vendidas a algún otro coleccionista, es decir, lo utilizaba como
medida métrica de las imágenes. En sus propias palabras, es una foto que,
“significa mucho quién soy, y cada uno
debería preguntarse quién es, ¿cuál es su historia? ¿Por qué yo soy así? Seguro
que se le da sentido a muchas cosas… Cada uno tiene su historia, ninguna mejor
que otra, esta, es la mía.”
Las
primeras imágenes de Iker son de casa de su abuelo, entre cristos
impresionantes y cuadros increíbles que les iban a marcar profundamente. Era un
mundo un poco extraño.
La
foto de fondo da paso a la calle de la “Correría” de Vitoria, donde él era el chico de
los recados en aquellos años. Era su mundo mágico, donde estaba la tienda de su
abuelo, con figuras en penumbras, delante de ella había una carnicería de
caballos cosa que ya empezaba a ser rara en aquella época. Aquella tienda, era
el encuentro de mundos muy diversos en busca de antigüedades donde se relataban
historias que trascendía el misterio. Y como centro de todo ello, la potencia
de la imagen, el arte.
Mientras, suena Oxígeno I, de Jean Michel Jarre.
Algo iba a pasar entre los años 1983-1984 que cambiaría por completo la vida del periodista. La imagen que abraza a Iker cambia a un pueblo que representa la iniciación por el misterio de aquel niño, un paraje emblemático de la provincia de Álava. Se trata del pueblo “maldito” de Ochate.
Cita a la persona que quizás más le debe por acompañarle en múltiples aventuras, su primo Roberto Pérez que iba a ser muy importante tras aquella noche de fiebres, donde el pequeño Iker, entra en el desván y coge un primer libro feo, de tapa marrón que pone: J.J. Benítez se titulaba, “100000 kilómetros tras los OVNIS”. Sin embargo, en un primer momento no le llama suficientemente la atención como para ahondar en él. Craso error redunda él. Iker cogería otro libro, “él libro”. “El gran libro de los OVNIS”. (Para saber más, ver: Biblioteca del Alma: El Gran Libro de los Ovnis)
Todo cambió para
él. Iker había descubierto a los OVNIS y ellos, de alguna forma a él.
“Yo sabía que mi vida iba a estar
dedica a perseguir eso.”
Fue
entonces cuando correría junto con su primo y otros amigos en busca de estos
extraños objetos. Unos objetos, que hacen preguntarse a Iker, por qué jamás volvieron
a reincidir en una oleada tal, como la que ocurría justo cuando el descubría
aquellos libros en el desván de sus tíos. En el año 1984, justo cuando las
personas dejan de creer lo que los hombres antiguos atestiguaban en sus
escrituras y pinturas, empiezan a ver esos objetos en pleno apogeo de la
tecnología, que tiempo atrás aparecían relatados como los dioses que bajaban de
los cielos.
“¿Por qué después de aquello, nunca más
volvería a repetirse?” Se pregunta Iker de manera pensativa, mientras reflexiona,
que de haber sido en otro momento, esa circunstancia no hubiera tenido el
impacto que tuvo finalmente sobre el devenir de su vida.
Cuenta
como con su primo que apenas contaban la decena de edad, son capaces de entrevistar a personas
protagonistas de esos encuentros con lo extraño, que curiosamente años más
tarde, volverían a compartir sus experiencias en el programa de Cuarto Milenio.
La
pantalla muestra ahora documentos de ufología que de niño redactaba el periodista.
En él, además, se muestran dibujos “detallados” de los sucesos, que en la cabeza
de Iker, se reescribían según su forma de pensar. Aunque lo que realmente le
apasionaba eran los casos de Benítez. Quería ser como él, a pesar de que según
él hace años que no tiene relación con su persona. Mucho de lo que es ahora se
lo debe a él.
En
plena adolescencia la familia de Jiménez debe partir hacia Madrid, dejando
atrás la mágica “Correría” de Vitoria. Mientras, reflexiona como ha llegado
hasta donde está hoy en día, y la rapidez con la que las personas quieren tener
las cosas. Aquello que queremos cuesta esfuerzo y tiempo asevera.
Cambiamos
de tercio para reflexionar sobre las figuras de maestros difuntos, habla de
Félix Rodríguez de la Fuente. La ilusión que encarnó en la búsqueda de la
verdad para el intrépido periodista, hace que hoy en día Iker esté trabajando
en un documental sobre su figura.
“… sabía que la tele hablaba y la naturaleza
hablaba, no hablaba un señor. Había una conexión como yo jamás había visto
nunca, superó incluso a la que tenía el propio Benítez con nosotros.”
Reflexiona Iker, “es un misterio enorme,
enorme. Yo pienso que Félix es la voz de la naturaleza en el momento más
crítico, que de verdad utilizó alguien para darnos un mensaje. Es el mejor
ejemplo, sin duda, para emocionar a la gente con una labor.”
Recuerda,
que las últimas conferencias que dio, antes de las que estamos asistiendo, fue
precisamente en el pueblo de Félix Rodríguez de la Fuente.
“Hemos tenido en España a un genio, a un
Leonardo de la comunicación. Pero, su historia es maravillosa, porque su
infancia es paleolítica. No se escolariza, ojo al dato. Y él vive como un niño
salvaje en las praderas de Burgos.”
En
un momento donde el país estaba masacrando a la ecología, sin ayuda de nadie,
Félix tiene tan clara su misión, al igual que la había tenido Benítez en su
día, alzar la voz para contar. No obstante, lo fundamental para Félix era llegar a los niños. Uno de ellos, en
1974 era Iker, que vería parte de su legado más tarde, y se quedaría con una
entrada espectacular a su programa, mirando a cámara, con nada más que su labia
para comunicar:
“Queridos amigos, no entiendo a los adultos.
Me encuentro gente, que dicen que se aburren. ¡Jamás he visto un insulto!…
¡¿Qué te aburres?! Con la maravilla de la vida, con la maravilla de la realidad
que te rodea con cada cosa. No entiendo a los adultos. ¿Cómo te puedes aburrir?
Estás siendo un necio con el legado de la vida.”
Ese
legado Félix lo lleva hasta sus últimas consecuencias, entregando su vida por
la causa. Su mensaje estaba muy por encima de cualquier política, que cualquier
institución. Un hombre, que según Iker, creía profundamente en la vida más allá
de nuestra propia estrella. Un hombre extraordinario. Un maestro, un referente
para Jiménez, y para los demás niños de su época, que abarrotaron el Ramón
Sánchez Pizjuán en una de las ponencias que él hacía para ellos.
El
tema sirve de enlace para las primeras aventuras que vivió como reportero, como
notario del misterio. Cómplice de misterios que se hubieran perdido de no ser
por él u otros compañeros. La conexión existente entre la naturaleza que nos
habla a veces y estos casos. Iker habla de las Urdes que existen en España, que
de haber sido un pueblo inglés, o americano, habría sido erigidas como lo
fueron Stonehenge u otros lugares de poder que existen en el mundo.
En
sus primeras aventuras como hiciera Benítez en su día, era él mismo quien se
pagaba los viajes, la comida, pensión, gasolina, y otros gastos que pudieran ir
surgiendo. Aunque no niega lo idílico de la situación después de todo. Más
tarde empezaría a trabajar en la revista de misterios que llevaba otro de los
que serían sus maestros, Fernando Jiménez del Oso. En ese tiempo, recorriendo
carreras solitarias de España, pudo madurar como persona y como periodista, así
mismo, comprendía que el misterio a la vez que lo perseguías se te podía ir
presentando poco a poco como el velo de una historia que debía ser contada.
Aunque
antes de trabajar con Jiménez del Oso en la revista Enigmas, Iker haría
verdaderos “malabarismos” con 17 años, para poder contar aquellas historias que
le apasionó en las diversas radios donde tuvo la oportunidad de participar.
Para ello se valió de su inseparable “hermano”, por aquel entonces, Lorenzo
Fernández Bueno, ¿recordáis?... Sus buenas experiencias, sus malas, las risas
en algunas cadenas como en “Tele Madroño” donde le despreciaron tirándole los
papeles a la cara, y pese a todo Iker, le dijo, “pues lo que está aquí, es bueno”. Lo echaron dos veces de la
cadena. Hasta incorporarse con Jiménez del Oso deambularían por numerosas
radios locales y comunitarias, como “Radio Enlace”, “Radio Verde”, donde el
único objetivo era contar. Era su verdadera pasión.
En
el año 1994 crearía junto con Lorenzo “La última hora”, una revista donde se
recogían los casos que ellos trataban en sus programas de radio. Hasta que años
más tarde le llamarían de la Cadena Ser.
Por
discrepancias con Fernando Jiménez del Oso en cuanto al tema laboral, Iker,
dejaría la revista Enigmas. Pero no todo iba a ser malo. Javier Sierra, Jesús
Callejo y el propio Benítez intercederían por él para que la editorial
publicara su libro, que poco antes había sido desechado para su publicación.
Con el dinero que tiene se compra una chaqueta para adecentar su imagen, coge
su carpetilla donde tenía guardado su libro “Enigmas sin Resolver” y parte
hacia la editorial. A pesar de las reticencias del editor por las fotos un
tanto “macabras” que acompañaban las líneas del libro, la insistencia de Iker,
iba a ser clave para que el libro se vendiera y fuera un éxito.
Antes
de Milenio3, tendría un pequeño espacio para hacer radio en la Cadena Ser a las
4 de la mañana. Hasta que un buen día surgiría una oportunidad única. Tendría
la oportunidad de hablar con Antonio García Ferreras director por aquel entonces
de la “Ser” y que a la postre sería el hombre que diera tan esperada
oportunidad al joven Iker. El contrato era claro a este respecto, un programa
para verano, sólo y exclusivo para ese año 2002. A pesar de que Iker quería
triunfar en la Cadena Ser, acepta movido por el ímpetu de superación que sería
la clave del éxito de Milenio3, renovando hasta nuestros días, y con las
consiguientes consecuencias, como Cuarto Milenio. Sería en boca del propio
periodista y todo el grupo de trabajo que lo engloba, “el verano más largo de sus vidas”.
Durante
estos años nuevamente ha podido vivir experiencias de todo tipo, mientras subía
a la cima.
Críticos
destructivos que pedían su cabeza. El abandono de alguno de sus amigos o
compañeros… o por otra parte, descubrir a cientos de personas maravillosas,
transformarse en un nuevo hombre tras visitar Altamira, ganarse como amigo a
José Mota del que no puede decir más que buenas palabras y ver como científicos
de gran caché visitan sus platós sin miedo alguno a decir lo que están
investigando. Y mientras… Pink Floyd vuelve a abrirse camino, mientras finaliza
la charla, recordándonos que en la temporada más difícil sería en 2013, por el
gran trabajo acumulado y la suerte de ser padre, iba a encontrarse por vez
primera con aquello que impulsó su búsqueda, que lo convirtió en el periodista
que hoy conocemos. Todo ocurrió mientras conducía en una noche de verano. Vería
una luz, del tamaño de la Luna, mientras un miedo creciente se apoderaba de él.
El objeto, una esfera perfectamente acabada, los alumbró, para más tarde, en
décimas de segundo, desaparecer en la noche. Era 27 de Junio de 2013, y mientras
viajaban por la autovía hacia Torrevieja, a ver unos familiares de su esposa,
Carmen, y junto a su pequeña hija Alma, se habían topado de bruces con el
misterio, un auténtico OVNI.
Iker
para de hablar y un sonoro aplauso recorre la sala, su intervención de dos
horas exactas deja estupefacto al público y agotado al interlocutor.
Carmen
toma las riendas mientras Iker se toma un merecido descanso a la espera del
turno de preguntas que duraría otra hora más, con un Iker tan cansado que
algunas preguntas se las pasa a su esposa para ser respondidas. Pero el
agotamiento no iba a ser inconveniente para que los periodistas atendieran más
tarde a todos los que así lo quisieron. Así que unas 300 personas se pondrían
en cola para fotografiarse con ambos, mientras otros buscaban a Enrique de
Vicente o el referido antes Javier Pérez Campos entre los que allí estaban
presentes.
Por
mi parte, que estaba “casi” al inicio de la cola me tardaría en llegar la
oportunidad cerca de una hora. Muchos eran los que se quejaban del trato tan
amable y cercano que tenían Iker y Carmen con todos retrasando
irremediablemente el encuentro con ellos, pero yo no tenía prisa. Si debía
estar dos horas más, a pesar de la paliza que llevaba ya encima, lo estaría, no
me importaba.
Cuando
llega mi turno, no sé muy bien que decir y que hacer. Iker me miraba como
diciendo, “venga, te toca”, y con una
sonrisa encantadora que no ocultaba su lógico cansancio. Me daba algo de corte
hablar más de lo convenido, por su cansancio y por la cola que aún le aguardaba,
según mis estimaciones para una hora y media larga allí. Pero doy el paso y
subo al escenario. Allí me esperaba una encantadora chica, Anais Pascual, la
cual pacientemente iba tomando las cámaras y móviles ajenos para inmortalizar
el momento. Le cedí mi móvil, y cuando me acerco a Iker lo único que le puedo
decir fue – estoy nervioso. Iker y
Carmen se ríen y acto seguido él, como si se tratara de un amigo largo tiempo
perdido por el mundo me respondió – dame un
abrazo,- y lo hizo.
-
¿Tú
no eres de Bilbao?- Fue lo que me dijo tras el abrazo.
-
No,
aunque me gustó bastante. Pude estar allí cuando el Xerez estuvo en 1ª, y
conocí San Mamés, para mí el mejor estadio de España. - Respondí yo a sabiendas de su devoción por el fútbol.
-
Veo
que te gusta el fútbol igual que a mí.
-
Sí
Iker, aunque no seamos buenos jugadores, siempre disfrutamos de él. - Aclaré divertido riéndonos juntos.
Tras
la breve charla inmortalizamos el momento. Siempre le estaré agradecido a
Anais, como tantos otros.
Le
pido que me firmara la entrada, y así lo hizo. Mientras, pude hablarle un poco
de mí, y como me había sentido durante la charla. De la manera más concisa que
pude le conté parte de mi vida y como había llegado al misterio y a tener mi
propio blog, y su “relación” a fin de cuentas, a través de la alerta OVNI
realizada en 2004, con la “Agrupación Astronómica Magallanes” con la que de vez
en cuando yo había podido colaborar en su programa de radio “Un Punto Azul”.
Iker me reconoce que se acordaba de ello, lo cual me sorprende y alegra a
partes iguales. Igual que me sorprende la cara que pone cuando me refiero al
blog, un blog que según le digo no leía “nadie”, pero bueno, ahí estaba
contando las cosas que me engatusaban del misterio. Un misterio, como a él, que
me lo había movido en gran parte la astronomía. No sé si fue por mero
cumplimiento o no, pero me dice sin pensarlo, “pues yo quiero leerlo”.
La
charla, quizás fuera corta, pero intensa. Iker me decía que veía que estaba muy
puesto en el tema, y que se alegraba el haber movido en mí, en parte, esa
motivación por investigar las cosas, de descubrir que hay más allá. Estaba
radiante de felicidad.
Empiezo
a buscar a Enrique de Vicente, al que había podido ver desde la cola atendiendo
gentilmente a todo aquel que se le acercara, pero se había esfumado. De Santi Camacho, sin embargo, nada, ni rastro, ¿habrían sido imaginaciones mías? Me acerco
nuevamente a Javier Pérez Campos para preguntarle sobre dónde podía estar
Enrique, aunque sin éxito. Cómo veo que está más libre ahora que la anterior
vez, le relato más minuciosamente cómo sucedió todo lo de Belchite, un poco
entre risas por la reacción que tuvo mi padre al comparar nuestras grabaciones
con lo que habían mostrado en el programa de Cuarto Milenio. La charla
derivaría a los libros de Stephen King los cuales para Javi son de real
admiración, y en cuyo mundo yo empezaba a asomarme poco a poco.
Así
las cosas saldría de la Casa de América en torno a las 1:53 de la mañana. No
sabía si habría metro a aquellas horas, pero me apresuré. Cuando llego a la
parada que me debía llevar a Sol para tomar el enlace hacia Moncloa, veo algo
nervioso que era a partir de las 2 de la mañana cuando dejaban de transitar.
Tuve la suerte de coger el primero, sin embargo, cuando me bajo, acababa de “zarpar”
sin mí el siguiente. Miré la batería del móvil… Mala cosa, pensé. Le quito el
brillo, y ahorro energía, la iba a necesitar. Abro el google maps, y pongo la
dirección que antes me había proporcionado mi amigo para poder llegar a su
casa. Siempre suelo desconfiar de estas herramientas, más aún cuando estoy en territorio
desconocido, pero me limito a seguir sus instrucciones. Quizás diera algunas
vueltas de más, pero finalmente consigo llegar a casa, eran cerca de las 3 de
la mañana. Pobre Alberto pienso. Cojo el móvil y con apenas un 5% de batería le
pego un toque. Como era lógico pensar estaba durmiendo, pero me abre
amablemente la puerta, no sin antes pedirle disculpas por las horas. Me pongo
cómodo, y todo listo para un breve descanso… aunque me vuelvo a levantar para
comprobar que el móvil se está cargando y que la alarma está efectivamente
activada. Así es. Vuelvo a la cama, aunque me cuesta conciliar el sueño. Duermo
poco y mal, por la luz que deja pasar la ventana de las farolas de la calle, y por la siempre impaciencia de saber si la tecnología no fallará el día clave y
me quedaré dormido allí en Madrid...
Suena
la alarma. Ha funcionado. Tengo poco tiempo, me visto. Alberto me insiste en
desayunar. No hay tiempo, debo ir hacia Atocha. El tiempo vuela, son cerca de las
8:45 cuando cojo el metro nuevamente hacia Sol, para conectar con la línea
hacia Atocha. Llego sobre las 9:05. Bien, puedo comerme un plátano y unos
bocadillos que llevaba del día anterior. Espero que salga la vía donde debo
embarcar, aquello es tan grande que se asemeja a un aeropuerto, de hecho es
mucho más grande que el humilde aeropuerto que tenemos en Jerez. Finalmente veo
la información, vía 9. Hacia allí voy. Embarco. Pongo rumbo nuevamente hacia
Granada.
Estupendo, estaré atenta.
ResponderEliminarQue de recuerdos me trae ese libro, lo tenía mi hermano mayor en su habitación junto a muchísimas revistas... las primeras revistas Más allá... mi hermano y yo nos llevamos muchos años y yo solía adueñarme de ellos y de la habitación cuando él salía con sus amigos, para mí era toda una aventura.
¡¡Saludos!!.
Está casi listo, sólo tengo que repasarlo todo. Espero para mañana o pasado tener todo subido, va a ser un compendio de vivencias mías hasta la fecha, y de Iker, y por supuesto nuestro encuentro jajaja En fin, la gente que me lea me va a matar, menudo tocho he escrito, espero que me perdonéis xD Un saludo! =)
EliminarEstimado amigo, soy Iker. Te dije lo de Bilbao por tu acento, en plan broma. Me acuerdo perfectamente de nuestro encuentro. Desprendías entusiasmo y luz. Que nadie te la apague , amigo. Me ha emocionado mucho leer tu blog. Animo. Que nada ni nadie te paren. Suerte!!
ResponderEliminarUn abrazo milenario y cósmico.
Iker J
el deseo de manifestarnos, no depende de quien te dicte, ni de cuantos te escuchan,sino de tu voz interior.
ResponderEliminarQué suerte,la de tus futuros alumnos, que tendrán a un maravilloso profesor que les provocará inquietud ante la vida y pasión por ella.
Orgullosos com padres, derramamos lágrimas de satisfacción al ver que hemos conseguido para tí lo que queriamos:convertirte en "una buena persona" y que hará que ese amor por lo que nos rodea conocido o no, se transmita a los demás a través de esa maravillosa profesión que es la enseñanza.
Siempre te queremos.....
Hola!! Vaya qué sorpresa! Gracias a Rubén Lara Conde, me he topado con un milenario!!
ResponderEliminarTuvo que ser emocionante el encuentro!! Yo de fútbol no le hablaría..porque no entiendo demasiado!! Jejeje!!
Bueno, yo no conozco en persona a ninguno, pero exploté de felicidad cuando recibí una carta-correo de él y de Diego Marañón.
Lo mío fue muy bestia, porque le hice saber..que lo etiquetaba de una manera errónea, antes del 2009!! Pero por circunstancias de la vida despertamos..
Hice un post, sobre esa respuesta recibida de forma inesperada!!
No pude ir a las noches del misterio, pero sí a la expo de Barcelona!! Me lo pasé pipa!!!!
Me alegro haberte leído!!
Saludos!!
Hola!! Vaya qué sorpresa! Gracias a Rubén Lara Conde, me he topado con un milenario!!
ResponderEliminarTuvo que ser emocionante el encuentro!! Yo de fútbol no le hablaría..porque no entiendo demasiado!! Jejeje!!
Bueno, yo no conozco en persona a ninguno, pero exploté de felicidad cuando recibí una carta-correo de él y de Diego Marañón.
Lo mío fue muy bestia, porque le hice saber..que lo etiquetaba de una manera errónea, antes del 2009!! Pero por circunstancias de la vida despertamos..
Hice un post, sobre esa respuesta recibida de forma inesperada!!
No pude ir a las noches del misterio, pero sí a la expo de Barcelona!! Me lo pasé pipa!!!!
Me alegro haberte leído!!
Saludos!!
Gracias por tu comentario Gema, al parecer vendrán a Sevilla este año, espero verlos de nuevo jajaja un saludo! =)
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