Más allá de la Vida: Estudios e Historia de las ECM
“Una nueva idea primero es condenada como ridícula y luego descartada como trivial, hasta que finalmente se convierte en algo que todo el mundo conoce.” William James.
Desde los albores del
tiempo el ser humano se ha ido haciendo preguntas ante el misterio incansable
de la vida. Quizás el salto definitivo en nuestra evolución y lo que nos ha
llevado a la humanización ha sido nuestro culto y respeto ante la muerte.
En la actualidad este
culto es llevado a hasta el extremo de adorar a la propia muerte como en países
de América del Sur.
Sin embargo, todos
coincidimos en algo, se trata de una cuestión, una pregunta, que puede que
estemos a las puertas de contestar, ¿existe vida tras la muerte?
A finales del siglo XV
o quizás principios del XVI encontraremos un enigma que hoy en día puede
ayudarnos a realizar la propia pesquisa de la muerte.
Jeroen Anthoniszoon van
Aeken, conocido como El Bosco o Jerónimo Bosch (Bolduque, h. 1450 - agosto de
1516), realizaría un trabajo que hoy en día podemos contemplar en el Palacio
Ducal de Venecia.
Se trata de un tema de
4 postigos, realizado y ejecutado en óleo sobre tabla, con unas medidas que
compone cada uno de ellos de 87 cm de alto por 40 cm de ancho.
Los temas son cuatro,
aunque el que nos atañe es aquel que se ha nombrado como “La Ascensión al
Empíreo”. Nos hipnotiza esa luz que en la lejanía tendrá que atravesar los
seres que habitan en el cuadro acompañados de cuerpos angelicales, para definitivamente
fundirse con la divinidad.
Los otros 3 temas son
los siguientes:
·
El Paraíso terrenal.
·
La Caída de los condenados.
·
El Infierno.
Todos componen la que
se ha dado llamar “Visión del Más Allá”.
Para muchos es la mayor
evidencia de que las llamadas ECM o Experiencias Cercanas a la Muerte, vienen
dándose desde que el hombre es hombre.
En las distintas
religiones del mundo se pueden encontrar relatos parecidos, similares a los que
hoy en día personas de todo el mundo relatan a sus allegados y a la ciencia que
se encarga de estudiarlos en profundidad.
Uno de los más
singulares el libro tibetano de los muertos, el Bardo Thodol, el cual narra la
transformación que se sufre al morir en el paso del plano físico al espiritual.
Es probable que el gran
avance técnico y médico haya propiciado que el número de personas que dicen
haber tenido una ECM se haya disparado hasta límites antes insospechados. De
hecho la definición de muerte ha ido cambiando conforme el ser humano pulía su
habilidad para esquivar a la misma.
Hoy en día se
diferencia entre muerte clínica y muerte biológica. La primera, es aquella en
la que desaparecen toda señal de vida, como puede ser el pulso o la
respiración, pero esta, puede ser reversible si se toman las medidas
correspondientes, impidiendo de esta manera la muerte biológica, la cuál no se
puede cambiar o lo que es lo mismo, es físicamente irreversible.
La muerte clínica o
aparente, consiste en la detención del latido cardíaco y de la respiración sin
que se produzcan lesiones en las células cerebrales. Cuando las lesiones se
producen de un modo irreversible en el cerebro, hablamos de muerte real o
muerte biológica. La muerte biológica viene determinada por la producción de
lesiones cerebrales irreversibles, que hacen imposible la recuperación de la
respiración y el pulso. Este último hecho sobreviene si no es posible de
remediar la parada cardíaca en un tiempo que va de los 4 a 15 min.
Pese a todo, los
grandes avances que se están logrando hacer, hacen que cada vez podamos
recuperar a mayor número de personas clínicamente muertas en mayores
duraciones.
Sam Parnia, profesor
asistente de medicina de cuidados críticos en la Universidad Estatal de Nueva
York, (donde dirige el proyecto de investigación “Resurrección” (Resuscitation
Research)) y miembro de la unidad de medicina pulmonar y cuidados críticos de
la Universidad de Cornell en Nueva York, ha tenido entre sus manos “pacientes”
que llevaban clínicamente muertos horas y gracias a su destreza, y constante
investigación, logró traer de nuevo al mundo.
Su técnica de
resurrección ha hecho que de cada 3 pacientes que entran en parada cardiorrespiratoria
uno salga con vida.
“Yo creo que cualquier persona que muere por algo que es reversible no debería morir. En otras palabras, ninguna víctima de un ataque al corazón debería morir más. Un ataque al corazón en sí mismo es relativamente fácil de tratar. Si consigues controlar el proceso post mortem, es posible intervenir al paciente, hacer una desobstrucción, colocar un stent y el corazón está listo para volver al trabajo, en la mayoría de los casos.”
“Y lo mismo ocurre con las infecciones o neumonía, entro otras cosas. Las personas que no responden a los antibióticos a tiempo … podemos mantenerlas por un período más largo (después de su muerte) hasta que el organismo empiece a responder”.
Su técnica de
resurrección es tan avanzada que los conocidos desfibriladores serían a su
lado, un elemento casi arcaico, del pasado.
“Si hay una cosa cierta es que todos vamos a tener un paro cardíaco. Los médicos intentan una reanimación durante 20 minutos y desisten porque existe esta idea de que después de este tiempo el cerebro ya no responde de la misma manera y nadie quiere traer a una persona a la vida sólo para hacerla vegetativa. Pero muchas cosas han cambiado en los últimos 5 años, como la congelación drástica del cuerpo y la vigilancia y el mantenimiento de los niveles de oxigenación del cerebro. Las horas siguientes a la muerte son las más importantes de nuestras vidas.”
Gracias a tales
avances, en Japón, ya se utiliza una técnica de primeros auxilios llamada ECMO,
Oxigenación por Membrana Extracorpórea, una máquina que bombea la sangre a todo
el cuerpo del paciente que fallecido, inyecta oxígeno y devuelve.
Según el propio Parmia:
“El caso más largo del que he escuchado es el de una joven japonesa que había muerto por tres horas, luego la sometieron a 6 horas de resucitación y volvió a la vida en perfectas condiciones. Incluso tuvo un bebé recientemente.”
La ciencia ha avanzado
a unos niveles inimaginables, en tan sólo una década. Imagínense los procesos
utilizados en la antigüedad para resucitar a alguien, o lo que quizás sea más
drástico y triste, los métodos para comprobar la muerte del individuo.
Si la técnica de
resurrección ha evolucionado, aquella encargada de decirnos en qué estado vital
se encuentra el individuo no ha sido menos, veamos unos casos:
·
Técnica de la Vela:
Consistía en poner una vela en los orificios nasales y observar la respiración.
En la antigüedad era muy utilizado en pacientes que podían sufrir catalepsia, accidente
nervioso repentino, de índole histérica, que suspende las sensaciones e
inmoviliza el cuerpo en cualquier postura en que se le coloque.
·
Técnica del Espejo:
Parecida a la anterior, se trataba de observar el posible vaho que pudiera
emerger del cuerpo, en concreto de la respiración del sujeto.
·
Técnica de la Sanguijuela:
Aunque desde los griegos y romanos siempre se utilizó para fines terapéuticos,
se popularizó definitivamente entre los siglos XVIII y XIX. Este particular y
en ocasiones repudiado anélido, animal invertebrado protóstomo de aspecto
vermiforme y cuerpo segmentado en anillos, sólo absorbe sangre de personas
vivas.
·
Pulso Radial:
Gracias a la presión que hacemos con el dedo índice y los anulares, podemos
dictaminar el pulso, es decir, empuje rítmico de la sangre en el corazón
seguido por un nuevo llenado de la cámara cardíaca.
·
Auscultación:
Una de las técnicas más sencillas que se pueden llevar a cabo, sólo y gracias a
nuestro oído.
·
Electrocardiogramas:
Aparecidos a principios de siglo XX
recoge la actividad eléctrica de nuestro corazón.
·
Electroencefalograma:
En la década de los 20 del pasado siglo aparecerían por primera vez. En ella se
recogen una serie de ondas procedentes del cerebro, cada uno de las cuales nos
indicaría en qué estado se encuentra, es decir, si está despierto, dormido, etc…
Si no se emite ninguna onda se dice que se encuentra en encefalograma plano y
la muerte biológica, como anteriormente hemos dicho, se constataría.
Tras este repaso y tras
ver técnicas que se han empleado durante cientos de años y en algunos casos
milenios, y comprobando lo difícil que es definir la muerte, nos preguntaremos,
¿cuántos vivos habrán sido enterrados? Al respecto, diré, aunque será tema para
tratarlo en otra ocasión, que no sería la primera vez que tras exhumar un
cadáver y abrir su ataúd, este, ha sido golpeado, arañado hasta la extenuación,
incluso llegado el caso, el individuo tenía graves daños en sus extremidades.
Uno de los relatos de los que hemos podido
saber, es aquel en el que una mujer, con vida, enterrada, dio a luz, para luego
ambos, madre e hijo fundirse en las tinieblas.
Gracias a “Dios”, la
ciencia ha avanzado hasta tal extremo que ahora no sólo no deberían ocurrir tales
hechos, sino que, como hemos comprobado, muchos son simplemente “resucitados”.
Los casos sobre
estudios de las ECM se remontan a final del XIX y principios del XX, cuando
William Barret, (1845-1926) miembro de la Royal Society,
la Sociedad Filosófica, Real Sociedad de Literatura, así como miembro del
Instituto de Ingenieros Eléctricos y de la Real Academia Irlandesa, publicó “Visiones
en el Lecho de Muerte”.
Barret se interesaría
en este tema debido al oficio que su esposa desempeñaba, cirujana obstetra. Una
noche esta llegaría a casa y le contaría lo ocurrido durante un parto, en el
que la madre fallecería minutos más tarde tras dar a luz. Exaltada, al parecer
entre sus últimos alientos relataba la visión de un mundo maravilloso, y para
colmo, poco antes del hecho fatal, relataría para sorpresa de los doctores la
presencia de su hermana, junto a su padre, cabe destacar que la hermana de
Doris, que así se llamaba la mujer, había fallecido tres semanas antes.
Tras este suceso Barret
recogería numerosos testimonios de la misma índole.
Cabe destacar tres
interesantes conclusiones a las que llegó:
·
En muchas ocasiones a la hora de
sobrevenir la muerte, las personas ven a un amigo o familiar a su lado de los
cuales ellos pensaban que vivían.
·
En todos los casos, cuando se comprobó,
la persona que ellos vieron, había muerto tiempo antes que el sujeto en
cuestión.
·
Niños moribundos frecuentemente expresan
sorpresa porque los ángeles que ellos ven esperándolos no tienen alas.
William daría el
pistoletazo de salida a uno de los estudios más controvertidos de todos los tiempos.
Pasarían varias décadas
sin que nadie se interesara por dichos estudios y conclusiones, hasta comienzo
de la década de los 60. Por aquel entonces el Dr. Karlis Osis, de la Sociedad
Americana para la Investigación Psíquica, realizaría un estudio piloto sobre el
libro de Barret que confirmaría las conclusiones a las que había llegado este.
A pesar de todo, tuvo
que transcurrir otros 15 años para, que de nuevo, resurgiera para no volver a
olvidarse la investigación acerca de las ECM. Raymond Moody sería el encargado
de ello. Este médico psiquiatra y licenciado en filosofía estudiaría de hasta
150 casos típicos de las ECM, y gracias a eso él mismo redactaría el patrón
seguido por la muerte:
1. Primeramente
la persona escucha que es declarada como muerta.
2. Escucha
un zumbido intenso o una especie de campanilleo.
3. Tiene
una sensación extracorpórea, se ve a sí mismo y puede merodear por la estancia
viendo y escuchando todo lo que acontece a su alrededor.
4. Ve
un túnel largo y oscuro.
5. Se
encuentra con algún familiar o conocido ya fallecido.
6. Se
produce un diálogo no hablado. ¿Telepático?
7. Encuentro
con la “Luz”.
8. Revisión
de la vida, el tiempo deja de existir, las horas son segundos y viceversa.
9. Ser
consciente de que no ha muerto y tiene que volver.
10. Aversión
a la idea de volver.
A raíz del exhaustivo
estudio se desata la locura entre los detractores, por aquellos años la gran
mayoría, y los defensores de Moody. Algunos llegan a tacharlo de iluminado,
fantasioso y sobre todas las cosas, exagerado.
Por aquel entonces
había sido creado la droga semisintética psicodélica denominada LSD, y algunos
que estudiaban sus efectos hacen ver que parte de las ECM pueden ser reproducidas
tras tomar esta potente droga. El punto flojo de esta teoría es las pequeñas
partes que se reproducen y que las experiencias, lejos de ser de alguna manera
maravillosa, en la mayoría de los casos transmiten experiencias de una
negatividad fatal.
Otros empiezan a
experimentar con estimuladores de los lóbulos Temporales y Parietales. Poniendo
en juego en los sujetos estados alterados de conciencia, en los que perciben o
creen percibir presencias ajenas a ellos mismos. (Para saber más, leer: Un Paseo por la Realidad: Universo vs Cerebro)
En otros campos, se
achaca la presencia del túnel al fenómeno de la hipoxia, donde el cerebro queda
privado de suministro de oxígeno. Según aquellos que se atienen a esta hipótesis,
al faltar oxígeno en el cerebro, las imágenes se van perdiendo poco a poco, las
células nerviosas mueren, las pupilas se dilatan y al cerrar los párpados se
puede observar el denominado efecto túnel.
Por otra parte, debido a
esa falta de oxígeno, el monóxido de carbono subiría en grandes proporciones,
lo que generaría las alucinaciones que luego, en teoría describen aquellos que
han tenido una ECM.
Los defensores de las ECM, ante esta propuesta arguyen, que aunque el efecto túnel pueda ser debido a
eso, en ningún momento el monóxido de carbono provocaría unas alucinaciones que
luego los paciente pudieran recordar, ya que como bien dicen, la elevada
cantidad de este tóxico gas haría que poco a poco perdiera la conciencia y todo
quedara en un caos de imágenes y recuerdos inconexos. En cambio, aquellos que
han “vuelto a la vida”, nos cuentan historias de hiperrealidad, es decir, cuando
ellos “vuelven” es como si volvieran a un estado menos real de consciencia en
el que se hubieron encontrado en la semimuerte.
Nada está probado, y
aunque algunas pequeñas partes inconexas parecen tener una explicación lógica
el todo aún nos queda lejos, muy lejos.
Tras Moody, como hemos
dicho todo cobró una dimensión que hasta los años 70 no había tenido,
arrastrando a numerosos científicos de distintas ramas, desde médicos de
guardia a psicólogos, en busca de la verdad, de una respuesta que incluso ahora
se nos antoja difícil de encontrar a la pregunta más significativa que se haya
planteado el hombre a día de hoy, ¿existe vida tras la muerte?
A continuación unos
ejemplos de investigadores y sus libros:
·
Elisabeth Kübler Ross (Zúrich, 8 de
julio de 1926 - Scottsdale, Arizona, 24 de agosto de 2004) fue una psiquiatra y
escritora suizo-estadounidense, una de las mayores expertas mundiales en la
muerte, personas moribundas y los cuidados paliativos. Sus libros más
importantes son:
o
La vida en el amanecer.
o
La rueda de la vida.
·
Robert S. Bobrow médico y profesor
clínico, en su obra “El médico perplejo”, relata casos que la ciencia no ha
sabido explicar.
·
Enrique Vila, fallecido el 29 de
Diciembre de 2007, era especialista en Microbiología y Medicina preventiva,
siendo jefe del servicio de Medicina Preventiva del Hospital Virgen Macarena en
Sevilla, nos dejó los títulos:
o
Yo vi la Luz: con prólogo de JJ. Benítez.
o
Los viajeros de la mente.
·
Sergio Peña Lillo, Psiquiatra chileno,
profesor de la Universidad de Chile, nos narra desde su punto de vista esta
experiencia en: Las experiencias del Túnel y el Bardo.
·
José Miguel Gaona, doctor en Medicina
por la Universidad Complutense de Madrid, con master en Psicología Médica,
investiga estos temas en su libro: Al otro lado del Túnel.
Lógicamente, todos
pueden tener su punto de vista, pero no deja de ser curioso, que incluso los
más escépticos han quedado atrapado cual insecto en la tela de araña de su
presa, una vez dentro no pueden escapar de su influjo, y siguen sin cesar
buscando respuestas que aún hoy persiguen.
Muchos de ellos siguen
en este camino, pues, las ECM no sólo se limitan a personas con una edad
considerable, sino que los estudios demuestran que se extiende a toda la
población, sea cual sea su condición social, edad, económica, religión, etc… Y
quizás el dato que les anima, es la edad, pues los niños son portadores de una
información muy jugosa, tanto como es la poca influencia que a edades de 4-5
años pueden tener de la cultura y costumbres que a través de su círculo cercano les pueda llegar.
Gracias a estos datos,
podemos saber que las ECM, no son una recreación de lo vivido, de las creencias
y costumbres de cada uno, sino que existe un nexo, un hilo conductor que mueve
a todas ellas y, que hace real, y para el estudio científico, todas y cada una de
las vivencias.
Lo que para muchos son
seres de luz, para los niños son ángeles sin alas, o en muchos casos otros
niños, incluso logran identificar o así lo creen a propios amigos. Mientras
para los cristianos el ser de luz, o la Luz, es Jesús, para otros es Buda, etc…
Como diría el propio
Enrique Vila refiriéndose a aquellos que viven estas experiencias,
“quiénes han vivido una ECM pierden el miedo a la muerte: “Si eso es morirse, ¡qué bonito es morirse!”, me dijo un paciente”.
Pierden, el miedo a
morir… Para la gran mayoría estas experiencias son tan vividas, tan reales y
maravillosas que pierden el miedo a morir. En la mayoría de casos el vuelco que
dan a sus propias vidas es radical, se desapegan a ese materialismo que tan en
boga está a día de hoy, se preocupan por ser felices y hacer felices a los que
les rodean, muchos incluso llegan a decir, que más que perder el miedo a morir,
pierden el miedo a la vida, a vivir.
Sin embargo, no todo es
tan bonito como cabría esperar, todos los estudiosos saben que un pequeño
porcentaje que estriba el 10%, sufren experiencias que podríamos catalogar de
terroríficas o demoníacas. Muchos podrán pensar que cada individuo vivirá o sufrirá
la ECM en función a lo que podría haber vivido en vida, es decir, aquellas
personas malvadas serían las que sufrirían estas vivencias… Nada más lejos de
la realidad, mientras un asesino ha podido relatar la presencia de ángeles
celestiales, el padre de familia más bueno que podáis imaginar, puede, en este
instante estar sufriendo las peores de las pesadillas, aunque eso sí, recordemos
que el porcentaje, es de sólo un 10%.
Parece que poco a poco,
se ha ido comprobando que las ECM son reales y tiene visos de constatarse algo
que algunos científicos hace tiempo tienen en su mente, pues de ser real que el
supuesto “alma” parte hacia otro lado, otro mundo, otra vida, significaría, por
otra parte que nuestra consciencia no reside dentro de nosotros mismos, es
decir, en nuestro cerebro, pues para los científicos, el “alma” es eso mismo,
la consciencia, y… ¿Dónde se aloja esta?
Nadie ha podido
demostrar donde se encuentra, en que parte del cerebro se aloja, y nuevas
hipótesis derivan hacia algo sorprendente, nuestro cerebro actuaría como de
antena parabólica de esta misma, y nosotros no somos conscientes de ello…
Aunque se ha escrito
mucho sobre hacia donde iríamos o que son las ECM, nadie puede demostrar nada…
Unos dicen que se trataría como una regresión al momento del nacimiento, el propio
Carl Sagan optó por esta solución, otros, en cambio, hablan de tierras lejanas
y misteriosas, del mundo de los espíritus, etc…
Hoy, quien sabe, puede
que la respuesta la encontremos en lo más diminuto del Universo conocido, y en
la teoría que la explica, la teoría de partículas, la Teoría Cuántica. Y aunque
parezca fantasía, puede que no lo sea tanto, pues, si la ciencia empieza a
aceptar posibles cuentos de ficción como el posible Universo Holográfico en el
que estaríamos viviendo, o el hecho de que pudieran existir numerosas
dimensiones que se nos escapan, o la fascinante idea recurrente del
MultiUniverso, responder y explicar las ECM, quizás sea un juego de niños, el
tiempo lo dirá.
Lo que con seguridad
sabemos, es que la rueda que dirigirá nuestro destino se ha puesto en marcha. Mientras, en la actualidad, Moody, se interesa por las experiencias compartidas. Parmia, por su parte, dirige el estudio más ambicioso hecho hasta la fecha con más de 25000
pacientes a su disposición.
Los avances científicos
y técnicos no paran, y puede que pronto tengamos la respuesta que desde
nuestros ancestros nos hemos ido
haciendo, ¿existe vida tras la muerte? Hasta entonces, piensen en la idea más
ridícula que se les ocurra, pues les aseguro, que con toda seguridad, al final,
será un argumento válido más que aportar.
Continuará....
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