La Obra
Al
principio la nada asolaba el vacío, más sin nada, el propio vacío existir no
podría.
Nadie
sabe con certeza cuando ni porqué, pero ocurrió, más nadie pudo calificarlo de
ese modo. La flor emergió en el vacío y lo lleno todo de color. El calor se
esparció y el tiempo fluyo en la tela del espacio que se creó.
En
ese tiempo todos éramos uno, uno en todo, y en todo a la vez nada. Quizás
podrían haberse llevado las más prodigiosas combinaciones, sin embargo, ante
las miles de millones de posibilidades todo fluyo en una dirección. La flecha
del tiempo determinó lo que hoy somos, y las partículas se unieron para crear
materia sólida.
Millones
de años habían transcurrido desde el comienzo donde éramos el todo y la nada a
la par. ¿Qué eran esas luces tan llenas de vida? Daban calor, excesivo calor,
allí, frente a esa Gigante Roja había una serie de planetas, ¿quizás pudieran
albergar vida? Puede, pero, eso, nunca llegaremos a saberlo… O sí… La estrella
había quemado todo su combustible, y, para pesar posiblemente de la vida que
pudiera albergar alguno de aquellos planetas, la estrella creció y creció
engullendo a su paso a los planetas internos.
Imaginemos
un mundo lleno de vida, quizás extraña, exótica, más, nadie sabe qué tipo de
vida llegaremos a ser o la que en aquel gran planeta de tono verdoso podría
haber surgido. Pero allí, sin lugar a dudas, había surgido un tipo de materia
jamás conocido en la existencia del Universo, la vida se había abierto paso,
sus océanos bullían de vida, las grandes extensiones de tierra eran un manto
verde donde curiosas aves descendían para tomar descanso, y, grandes seres, se
abrían paso en los terrenos con una gran sobriedad características de reyes en
su planeta.
En algún punto, los
océanos empezaron a evaporarse, a extinguirse, y, grandes temblores,
destrozarían ese paisaje de ensueño para dar paso a un infierno incandescente.
La vida, por aquel entonces había reculado, pero no lo suficiente como para
marchitarse. En los lugares más frescos del planeta, en sus cavernas, seres diminutos,
perdidos a la vista, se aferraban valientemente a la vida. Poco a poco el
planeta iba detonando, expirando en su fin, había llegado el momento de morir.
Su estrella, aquella que había alumbrado el comienzo de sus días, aquella que
había dado calor y consuelo en el basto océano cósmico agonizaba, y con ella,
todo su sistema. Era tal la presión, tal la fuerza, que finalmente antes de ser
ese planeta engullido explotó.
Y,
allí, lejos de toda comprensión, de toda vida, si la hubiera, la estrella
siguió su curso, mientras, los pequeños fragmentos que alguna vez habían
pertenecido a un mundo lleno de vida, volaban hacia un incierto destino. La estrella
finalmente colapsó en uno de los sucesos más impactantes y espectaculares que
pueden recordarse. En la lejanía, a miles de años luz, en algún recóndito lugar
del Universo, en algún punto, unos seres veían lo que ellos creyeron que sería
el nacimiento de una nueva estrella, y, aunque equivocados en un principio, no
lo estaban tanto.
Toda
esa materia salió despedida al exterior arrastrando todo lo que encontraba a su
paso, limpiando el espacio de escombros, derrumbando los cimientos de la casa
antigua, para, cientos de miles de años más tarde, poder construir una casa con
mejores cimientos.
Claro
que, ¿quién sabe si fue en ese enjambre de gas y materia donde nos gestamos?
Miles
de millones de Galaxias esparcidas por el Universo, navegando aparentemente a
la deriva, sin un fin concreto. Millones de mundos, de corazones perdidos en el
espacio, en el basto océano cósmico. Miles de personas buscando su ser de
existir, cual es la obra que les ha llevado hasta ser quienes son. Todos ahora
aquí, existen, pero solos, no unidos, lo que antes había sido un todo sin
existir, ahora era por ser, pero sembrados en distintos mundos, en distintos
seres, el todo se había perdido, era el precio a pagar por la existencia.
Todo
comenzó con un error, un error que aunque jamás debió darse se dio, un error
que haría que ganáramos, un error que movería los hilos en la obra a
representar.
Todo
se había fragmentado, y nadie jamás podría resolver el rompecabezas, no habría
dos seres iguales, dos obras iguales, dos vidas iguales, parejas quizás, pero
jamás en igualdad.
Definitivamente
existió, pero para comprenderse mejor, tomó forma, una característica nunca
antes dada. Futo de ello, en una estrella perdida en los albores de los tiempos
nacería la primera chispa, la semilla que más tarde germinaría en tantos otros
mundos. Pero, el Universo es caprichoso, imperfecto, lleno de errores, y, en un
espacio ínfimo de existencia, algo, debió arrasar el planeta, ¿Otro planeta tal
vez? Quién sabe. Los fragmentos salieron despedidos al espacio con tal fuerza
que se perdieron más allá de dicha estrella. Pasarían tal vez millones de años
para darnos cuentas de cuan suerte tuvimos en esos golpes de infortunio para
dichos sistemas, dichas estrellas y concretamente esas vidas y planetas
perdidas en la inmensidad.
Así fue, como la materia
viva corrió en pos de un nuevo destino, de un nuevo planeta fecundable, de una
nueva posibilidad de existir. Los fragmentos llegarían a varios planetas, en
algunos florecerían, en otros, en cambio, pese a la persistencia por seguir, se
marchitaría.
Muerte y vida, unidos
en una delgada línea que apenas las diferencian.
Sin otro de los errores
que se produjeron, la muerte, la vida, más aún, el propio Universo jamás habría
llegado a existir. Las estrellas, las galaxias, los sistemas planetarios, todo
lo que lo compone es reciclado una y otra vez buscando una perfección añorada
que, jamás podrá darse. La información es tan amplia, y está tan diversificada
por el cosmos, que jamás se llegará a alcanzar la perfección, jamás podrá
arreglar el primer error, y jamás podrá arreglar todos aquellos que surgieron
como consecuencia de su existencia.
De este modo, existimos.
Hace miles de millones de años, en algún lugar de la galaxia que nos da cobijo,
un suceso catastrófico daría lugar a la reinvención una vez más de la materia.
Una estrella, pudiera ser que semejante a nuestro Sol, devoraría a todo su
sistema, de haber habido vida allá se habría evaporado por completo a la vez
que los distintos gases fueran borrados de la faz de su planeta, para más tarde,
quien sabe, si estallar o esperar lentamente ser pasto de las llamas. En un
espectacular fin, la estrella daría lugar a una nebulosa planetaria que iría
surcando los mares galácticos dejando a la deriva un diminuto punto, una enana
blanca a su espalda, una estrella herida de muerte. Finalmente, toda molécula
que una vez había existido en dicho sistema, quedaría desperdigado por el basto
cosmos, para dar lugar, debido a alguna inestabilidad gravitacional, a una
nueva estrella y con ella un conjunto de planetas a su alrededor, ese sistema,
es casa, es donde vivimos, donde los deseos de quien sabe que seres siguen haciéndose
realidad.
Hace 5000 millones de
años que nuestra estrella existe, nos alumbra y da cobijo, como una vez diera
su antepasado probablemente a otros seres, y, de forma mágica, la vida imperecedera
se abrió paso en el planeta que miles de millones de años más tarde sería
nombrado como Tierra. Y, por si fuera poco el modelado de nuestro Universo no
acaba en el hecho de crear la vida, no, ha de evolucionar como todo estado de
la materia, para ello, la muerte una vez más ha de estar presente, se ha de
cerrar el telón para volverlo abrir en otra maravillosa obra.
Puede, que lejos, muy
lejos, en el cinturón de asteroides, uno suficientemente grande con órbita al
exterior de nuestro sistema se topara con algún cuerpo que por medio de su
gravedad lo enviara directamente al Sol, y que en su transcurso, midiera sus
fuerzas con otros de su calaña, y tras varias pasadas por la Tierra, empujado
por su gravedad o la de su acompañante la Luna finalmente ,terminara impactando
en un atronador espectáculo haciendo que los reyes por antonomasia de nuestra
historia perecieran en su intento de vivir.
Hace 65 millones de
años, los mamíferos empujados por esta desgracia para los gigantescos lagartos
que millones de años más tarde serían nombrados como Dinosaurios, se abrían
paso en la escala evolutiva; roedores, primates, y todo tipo de seres
inferiores pudieron sobrevivir gracias a un desgraciado acontecimiento que se
les escapaba.
Era una noche cerrada,
fría y aterradora, el cielo retumbaba como jamás habían visto esos individuos
recién bajados de los árboles. Hacía pocos días habían tenido una disputa por
el territorio con otros bípedos más grandes y feroces y habían perdido a gran
parte de su manada, pero, en esa noche oscura algo, iba a cambiar su destino.
Las horas pasaban y un viento huracanado se arremolinaba, luces por doquier
hacían su presencia seguidas de un ruido singular, y, de pronto, surgido de la
noche, algo cayó junto a ellos, partiendo por la mitad un árbol haciendo que
brillara como jamás habían visto brillar nada. Se acercaron, y vieron que les
hacía demasiado daño, pero que, sin embargo, a una distancia prudente era
bastante acogedor, era como esa gran forma
que cada día se alzaba sobre sus cabezas, esa forma que con el paso del
tiempo se convertiría para ellos en un dios, y más tarde sería nombrado por los
descendientes de dichos individuos como Sol. Así fue, como a la luz de una hoguera,
un grupo de Homo Habilis descubriría el fuego que más tarde sería utilizado de
forma más técnica por el Homo Erectus.
Una serie de circunstancias
hicieron que estuvieran en el lugar adecuado en el momento justo, unas circunstancias
quizás no queridas por ellos, pues, habían perdido a gran parte de su grupo. En
cambio, este hecho haría evolucionar conscientemente a toda una especie, ningún
ser que se sepa ha utilizado el fuego para sus quehaceres diarios salvo el
hombre. El único ser que se atrevió a acercarse al fuego en vez de huir,
quizás, impulsado inconscientemente por el recuerdo de aquellos seres que en su
día afectuosamente veneraban también a su estrella, a su dios, para más tarde
morir junto a ella. Somos los retazos de fragmentos de otras vidas de otras
estrellas, de aquel punto donde una vez se concentró toda materia para
eclosionar en la belleza que no rodea, en el espacio sideral que conocemos y
desconocemos aún hoy.
Han pasado eones desde
el comienzo de todo, desde que algo errara y nos diera a luz, y aquí estamos,
rodeados de tanta inmensidad atrapados en un mundo entre unos seres que a pesar
de ser nosotros mismos, en algunos momentos nos pasan desapercibidos,
desconocidos, inconscientes de la grandeza que tenemos en nuestro interior, de
la importancia de nuestra supervivencia, o no, pero sí de la huella que vamos
dejando y dejaremos. Somos seres imperfectos con halos de grandeza, y que sin
embargo, pertenecemos a una infinitésima parte de algo mucho mayor, de una
historia perdida en el espacio tiempo incapaz de comprenderse a sí misma, pues,
de ser así, ¿qué les quedaría, qué nos quedaría? La nada, el vacío, la
inexistencia.
Allá en mundos lejanos,
seguramente, existan seres realizados con los mismos ladrillos que nosotros,
con las mimas piezas, pero con distintos fallos. En las lejanas estrellas
existen mensajes que son imperceptibles por nosotros humanos, que sólo deseamos
escuchar nuestra sed divina.
Yo soy uno de ellos,
uno de esos individuos, menos que nada, menos que un átomo, soy una partícula
que puede que choque con otras partículas para dar lugar a estados
evolucionados de la materia, de la consciencia, yo soy un individuo más dentro
de un enjambre de abejas gobernado por los reyes corruptos y desaforados, pero,
lo que más importa es que yo soy. Soy, y puedo cambiar las cosas, cualquier circunstancia
que se haya producido en el Universo, desde el nacimiento del H hasta grandes
guerras intergalácticas han necesitado del movimiento de la obra de una partícula,
o seres, de la acción de algo. Podemos cambiar cosas, para bien o para mal, o quién
sabe si simplemente al final, sólo quedarán las letras, los cuentos en los
libros, de algún ser que una vez habitó nuestro mundo.
Haya donde estéis sabed
que soy un humano más. No estáis solos, estoy aquí lanzando un grito
desesperado a mi mundo, al espacio, al cosmos, hemos existido, seguimos haciéndolo,
no sé por cuánto tiempo más, pues en la obra que representamos todo tiene
marcado un final abrupto o no, nadie lo sabe, pero sabed que en vuestra sangre,
en todo lo que conocemos o conocerán existen las evidencias suficientes para
pensar que una vez en el pasado muy remoto, en una estrella muy lejana, la
materia que hoy nos compone, formó parte de algo parecido a lo que vemos, a lo
que sentimos, y qué allá fuera lejos, muy lejos, existen hermanos lanzando este
mensaje al mar del espacio tiempo.
Me pregunto, que seré
yo, ¡o!, a punto para cumplir para algunos 22 años, ¿qué soy yo para el tiempo?,
¿qué o quién soy yo para el espacio que me separa de la estrella más cercana
con vida? No soy más que un hombre. Un hombre que existió, aunque para algunos
pase desapercibida mi existencia. Ni siquiera en mi mundo llegué a ser conocido,
ni siquiera por la gran parte de seres pensantes, ¿qué somos para el cosmos?, ¿qué
somos para los que vendrán después? ¿Dinosaurios? ¿Una estrella que no existió
tal vez?
En un año en la vida de
un ser humano pasan muchas cosas, pero para los demás, es un suspiro, más que
eso quizás, se trata de respirar, algo que para nosotros pasa desapercibido
hasta que nos falta el aire. Es como para nuestro Sol quemar H hasta que un
buen día le falta H y después el He, etc… Un buen día, recordamos lo que fuimos,
lo que quisimos ser y lo añoramos, hemos desperdiciado nuestras vidas en vanas
aventuras, en guerras y añoranzas ilusas, un buen día, nos encontraremos en
otro recóndito lugar del océano cósmico y quizás nos preguntemos por la
posibilidad de si alguna vez en aquella nebulosa que vemos a lo lejos, existió
vida, y, nuestros genes, recordarán con añoranza quienes fuimos, y qué grave
error nos llevó al fin. Es entonces, cuando la materia, la vida, evolucionará a
algo que quizás no lleguemos a comprender, seres con inteligencia comprensivos
con el cosmos, sagaces y perspicaces a la hora de saber que en cualquier
momento por mero capricho pueden dejar de existir, más por ellos mismos no se
producirá tal hecho.
En aquel futuro soñado viviremos
en paz, lejos de energías dañinas, de políticos corruptos, de sistemas
prostituidos, y, comprenderemos, la obra
que un día comenzó a representarse una y otra vez allá en las lejanas estrellas
de todas las galaxias del Universo, será entonces, cuando estemos más cerca de
ser perfectos seres imperfectos, para seguir en un cuento que no acaba.
Ha pasado el tiempo, un
tiempo que parece haberse detenido para todo aquel que no fuera yo, un tiempo
congelado al otro lado del cosmos, pues ¿qué significa 1 sólo años para su
edad? Eso, es lo que ha ocurrido en este tiempo. Los verdaderos sucesos, los
verdaderos acontecimientos que cambian el sino de mundos y galaxias enteras, se
dan lugar en millones de años, y yo, aquí, intentando contaros que somos y no
somos nada para el cosmos, y puede que nuestro propio mundo. ¿Cuántos habrán
muerto y nacidos en este tiempo? Muchos, pero, ¿cuántos estarían dispuestos a
evolucionar, a intentar que esos seres que miren hacia nuestra nebulosa sientan
nostalgia y no tristeza por lo que fuimos?
Muchas batallas se
decidieron en conceptos que no lograremos entender, en lugares que jamás
llegaremos a sospechar, en tiempos indeterminados para cualquier individuo,
incluso para el propio Universo.
Somos retazos de un
error, un dichoso error que nos dio a luz. Fragmentos de un todo que jamás
volverá a estar unido, pues de estarlo, ya nada tendría sentido. No sé de qué
manera, si finalmente triunfaremos, o fracasaremos, pero de lo que estoy seguro
es que un día, en cualquier parte del Universo, como en una obra escrita, un
telón se irá corriendo poco a poco y veremos el nacer de un nuevo día, con la
añoranza de sentirnos solos y a la vez unidos a un todo.
17 de Diciembre de
2013, en un lugar al que llamamos Tierra, recuerda, que un día tuve una edad y
ahora amaneceré en otra, pero que finalmente, solo se trata de un día más a
descontar en todos los calendarios.
con solo leer las primeras lineas me parecio interesenta, volveré a terminar mi lectura, ahora estoy en el trabajo
ResponderEliminargracias por la recomendación...
saludos!
Gracias por su comentario! =)
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