El Sabio del Fútbol y el Mago de la Interpretación

            Ha pasado el tiempo, y aquí nos encontramos, tú y yo, querido lector. Hoy, no voy a contarle las maravillosas historias que esconde nuestro Universo, nuestro querido y misterioso Universo que nos envuelve, nos compone y nos conmueve. Hoy, es un día para recordar a dos grandes. Dos grandes, que hace pocas fechas nos han abandonado, aunque, ambos, dejan un reguero de esperanza, un aliento de magia, una impronta que nos marca, una semilla que germina y crece, algo, que solo los grandes consiguen.



            ¿Qué sería de nuestro deporte sin él? Sin ese abuelo, como muchos los hemos conocido, ese hombre mayor que allá, en la banda de su banquillo, pegaba brincos y cabriolas, asustaba a contrarios y arengaba a sus hombres. Cascarrabias, sí, pero con un gran fondo, ese que todos veíamos, el que todos palpábamos, era un hombre que, por encima de todo, creía en la bondad del ser humano y sus jugadores, algunos, lo llamaron racista, y, fuera de toda lógica, lo crucificaron a sabiendas que, ese hombre, nada tenía que ver y organizarse bajo ese concepto detestable creado por el ser humano.
            Mentiría si dijera que no es uno de los primeros entrenadores españoles a los que llegué a reconocer. Recuerdo su Mallorca ganando en Chapín a un equipo de 2ª División B, ¡un equipo de Champions! Para aquel niño era una cosa mágica. Recordaré sus andanzas con el equipo de su alma en 2ª División para devolverlo a los cielos del fútbol de nuestro país. Y, cómo no voy a recordar, querido amigo, su gran proeza, aquella que trascenderá los tiempos y será recordada por todos como lo que es, nuestro propio mito y leyenda, la misma, que se creó a base de esfuerzo, sudor, y, aunque nunca he visto llorar a ese hombre de carácter rudo por fuera y bondadoso por dentro, lágrimas. Nunca se me olvidará aquel partido, el último que perdiera la selección española de fútbol en territorio nacional, ese partido jugado en Carranza, en Cádiz, mi tierra, donde España, caería ante Suecia, y, prácticamente la totalidad de los seguidores de la selección, dejaríamos de creer en ella, y, en ese entrenador… Luego, vendría la limpieza de la selección y los medios nacionales lapidarían la imagen de esta carismática y entrañable persona. Quién se iba a imaginar en aquel entonces, la gran alegría que pocos meses más tarde, gracias a él, se forjaría. Bajo su regazo la más poderosa e inigualable de las selecciones que jamás haya tenido este país, y el mundo en suma, despertaba a la vida. El creó a “La Roja”, ese ha sido su legado, su vida, su esperanza depositada en un sentimiento común de todo un país dividido y desvirtuado por numerosas crisis ideológicas e institucionales, y, sólo él pudo unir en un mismo latido que hoy llora su pérdida.
            Yo soy uno más, que lejos de conocer a la persona, se acerca hoy al latir común del mundo del deporte y del fútbol de nuestro país, soy al igual que tú querido lector, alguien roto y quebrado de dolor que su pérdida nos ha causado. Él, con su tesón, logró cambiar la historia de nuestro deporte, haciendo del fútbol puro arte, haciendo de “La Roja” un equipo ganador, que cercano a su filosofía, no ha dejado de ganar, ganar y ganar desde aquel entonces.
            Si alguien, si algunos de sus jugadores quería un sólo estímulo para no dejar desfallecer ese ímpetu, ahí tienen uno, pues que gran homenaje sería ese de ganar allá lejos en Brasil, ahora más que nunca, debemos volver a ganar por y para recordar y venerar a ese “Sabio de Hortaleza”, a Luis Aragonés.




            Por otra parte, los amantes del cine hemos recibido la desafortunada noticia del fallecimiento de un gran intérprete, el cual, ha deslumbrado en todas y cada una de las filmaciones donde ha aparecido. Es increíble lo camaleónico que podía ser en todas y cada una de las películas a cual mejor, interpretara, desde sus inicios en el gran cine con la película Boogie Nights, hasta la última, y aún nos queda por ver un poco más de su historia, de su huella en el mundo del celuloide, será este mismo año cuando se estrene Sinsajo, la tercera parte de la saga “Los Juegos del Hambre”.
            Pocos imaginábamos hace pocas fechas el oscuro pasado de Philip, al menos yo, si perdonan mi ignorancia no sabía nada sobre ese pasado tan convulso que llevó a nuestro recordado actor, a entrar en un mundo lleno de sombras.
            Hay puertas, que ahora, aquí, en el silencio de mi habitación, reflexionando, no debemos permitirnos nunca abrir. Algunos podemos intuir por nuestro día a día que jóvenes talentos rotos por su triunfo, la abrirán tarde o temprano, pero jamás pensaríamos que un hombre triunfador, adulto, que aparentemente lo tenía todo para ser feliz, llegara a abrirla. Ciertamente es como un fantasma, un demonio que parece perseguir a estas personas hasta el final de sus vidas, y, permitiéndome la libertad de compararlo con “El Duende Verde” de “Spiderman”, va consumiendo a la persona lentamente, con crueldad y parsimonia, corrompiéndola y convirtiéndola en una caricatura de lo que era. Sí, existen puertas que jamás debemos tocar a llamar, ya no digo de cruzar el umbral, sino de ignorar su poder, un poder que constantemente nos llama, nos susurra, y que, escuchamos lejano, como el murmullo del agua a lo lejos en un perdido río de la montaña.
            Es triste todo esto que hoy cuento, pero jamás debemos olvidar esta trágica lección, así como saber y aprender que, lejos o no la culpabilidad de estas personas por sus actos, son enfermos crónicos, ya no por culpa suya, sino de la sociedad, la misma que les ha hecho ser quienes son, y los que de alguna manera hemos les llevado hasta tan trágico final.
            No puedo conocer las circunstancias de todo lo que rodeaba a Philip, pero, sin lugar a dudas, cualquier caso de esta índole es un síntoma más del fracaso y del derrumbe de nuestro sistema, de la sociedad en definitiva la cual formamos parte.

            Ojalá esta terrible pérdida sirva para aupar la bondad humana por encima de todo, de desterrar nuestros fantasmas y hacer frente a una de las grandes lacras de nuestra sociedad, esa que se ha llevado consigo cientos, miles, y millones de personas, espero que la muerte de Philip Seymor Hoffman, no sea en vano. 



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