Definiendo una nueva Educación

            Con anterioridad hablábamos de los graves problemas que venía arrastrando la Educación y como consecuencia de ello la propia Universidad. (Para saber más, leer: Redefiniendo la Univesidad)

            Si pensamos con detenimiento en una mejor educación que esté basada en unas buenas bases y enfocada a la mejor salida profesional, así como la de formar personas competentes y críticas, no queda otra forma de realizar dicha tarea sino dando un vuelco a toda esta situación.

            Desde mi punto de vista, la herramienta por antonomasia de profesores, alumnos y padres, debe desaparecer si queremos fomentar la creatividad en las aulas y no crear personas con una identidad milimétricamente igual, o parecida a la de su compañero de pupitre. Sí, desde mi humilde punto de vista, los libros en las etapas de educación obligatoria deben desaparecer. El problema vendría sin lugar a dudas desde las editoriales, puede que afectara terriblemente la no venta de su productor al sector dándole una estocada mortal, sin embargo, ella deben de reinventarse, buscar otras maneras de llegar a la educación.

            Los profesores, en base a los decretos que se hayan en el currículum deben de ser capaces de desarrollar su propio temario, e incluso con la ayuda de padres y niños, no un temario cerrado y estricto como podría venir en cualquier libro de texto. Ante todo debe primar el valor y el interés de la persona. No debemos marchitar el potencial de un alumno por dar la materia desde un único prisma, debemos de darles la oportunidad de experimentar, de que sean ellos los creadores de lo que deben estudiar, eso sí, con el asesoramiento del maestro en todo momento. De dicha forma, cuando esos niños en las primeras etapas se hayan acostumbrado a la búsqueda de su propio conocimiento, estaremos creando una sociedad donde el alumno no tenga tantas dudas y miedos a la hora de elegir que estudiar, y en definitiva a qué dedicará el resto de su vida muy posiblemente.

            Los libros como hoy en días los entendemos, deben desaparecer de las aulas si queremos fomentar la creatividad y potenciar al máximo las habilidades que cada uno de nuestros alumnos guarda para sí. Sin embargo, esto tampoco será posible si las aulas no reducen el número de discentes por cada docente, ya que el sistema educativo en las aulas, a la hora de impartir es simplemente imposible, donde nos encontramos aulas sobresaturadas, con cerca de 30 alumnos por cada profesor, cuando quizás lo óptimo sería alrededor de 15 más los profesionales de apoyo en los diversos casos. Dicho sea de paso, no es tanto una cuestión económica sino de sostenibilidad, de saber en qué medida y cuanto se puede o no invertir y en qué.

            Si esto se llevara a cabo, la educación sería cada vez más personalizada en cada individuo, pudiendo el docente conocer de mejor manera a su alumno y profundizando en este mediante medios motivadores que lleven a la persona a la meta que él mismo desee.

            Muy probablemente, cuando esos chicos llegaran a estudios superiores tendrían una mentalidad algo más madura que lo que hoy en día encontramos, y sin duda estarían más motivados, y sabrían elegir de mejor manera que hacer o no, por lo que las aulas universitarias sería ahora sí un hervidero de conocimiento a disposición de cada persona en función de sus intereses. De igual manera, los profesores estarían mejor motivados cuando vieran el interés mostrado por sus alumnos y su trabajo sería más ameno, y con ganas de seguir disfrutando de la docencia.

            Llegar a esta situación es harto difícil, pero querer es poder, y lo que un hombre piensa que es imposible, otro, más tarde, lo hará realidad.

           Continúa en: Claves para un nuevo Sistema Educativo