Historias de una Pasión de Primavera


2020

           2020 será un año que se nos quedará grabado en nuestras retinas, puesto que probablemente y más allá de nuestro sueño truncado, sería el año que marcaría el devenir del mundo y de la sociedad humana en las próximas décadas y quién sabe si en los próximos siglos. Nadie aún es capaz aún de atisbar hasta donde nos llevará esta grave crisis que empezó a enfundarse con vestimenta negra y guadaña en mano en los albores de una nueva navidad en el continente asiático.


Años 30

        Lo cierto es y siempre con honda pena por lo que está aconteciendo y lo que queda por acontecer, que Jerez este año no será la ciudad que sueña un año más con una primavera que le recuerde a Jerez ser Jerez. Las crónicas nos dicen que han pasado ochenta y cuatro largos años desde la última vez que esto ocurriera en el año 1936, cuando Jerez patria querida del flamenco dejaba de soñar con un nuevo Sueño de Primavera.

Los años 30 fueron años muy duros para la sociedad española envuelta en una cruenta disputa política/religiosa que desembocarían en el levantamiento y posterior Guerra Civil a partir de Julio del año 36. (Le puede interesar: La Ciudad sin Hombres )

A pesar de los asaltos a diferentes iglesias y conventos acaecidos en la primavera del año 31, las hermandades y los jerezanos consiguieron reponerse a esta situación. En un ambiente enrarecido que en los siguientes dos años llevarían a que las distintas hermandades realizaran su labor y cultos de Cuaresma con cierta normalidad. Sin embargo, se decidiría motu proprio, pese que no había mandato alguno que determinara la suspensión de las Estaciones de Penitencia, la no realización de las mismas debido a la tensión que podía palparse en el clima de una ciudad que aguantaba la respiración por lo que estaba por venir.

Sería en el año 1934 en el que contra todo pronóstico la hermandad del Cristo de la Expiración decidiera salir en la tarde del Viernes Santo. Hace escasos 9 años, en 2011, la ciudad se volcaría con el Cristo de Jerez que por bandera tomaba el reclamo de los sueños de primavera, que por desafío a la lluvia quiso entregar una nueva página de esta magnífica historia al fervor popular de una ciudad que en esa ocasión se vaciaba con su cristo en detrimento de la lluvia que finalmente no hizo acto de presencia, como los abuelos de aquellos que hicieran lo propio en esa histórica tarde de aquel lejano 30 de marzo del año 34. Este hecho repercutiría para que la Semana Santa de 1935 se celebrara sin más incidentes que los propiamente meteorológicos.

La historia tiene vericuetos que nunca dejarán de asombrarnos y pequeños vestigios de algunas decisiones que, pese a ser en muchas ocasiones “insignificantes” y que por aquel entonces podrían bien haber pasado desapercibidos, hoy en día, conocemos y sabemos que no lo fueron, puesto que cambiarían la historia de nuestra ciudad y de nuestra Semana Santa de manera sustancial por siempre.
Tendemos a pensar que la historia solo la escribimos aquí y ahora, que todo lo pasado y futuro no tiene relación más que la tentadora unión de un presente que se ve enturbiado por lo que está escrito y por escribir, pero eso no es del todo así, cada uno de nosotros cuenta una historia, cada persona, cada vida es historia de la humanidad y es a través de estas vidas por donde una luz se abre paso y permite a los historiadores escudriñar páginas de los anales que se asoman a través de pequeñas rendijas que son cada vida humana vivida por aquel entonces.

Siglo XVI

          Por aquel entonces la ciudad de Xeres contaba con unas treinta mil almas. Seguramente era una sociedad injusta y sucia, más aún que la nuestra, probablemente nos costaría entender ciertas costumbres y hábitos de esos hombres y mujeres que por aquel entonces hollaban en tierras de viñedos. Mientras que unos, los pocos, usaban su poder para amasar fortuna, la gran mayoría podríamos decir que eran personas humildes, muy humildes, incluso por qué no, inmensamente pobres y desafortunados. Eran años de contrastes, en los que la ciudad empezaba a florecer y a enriquecerse (aunque solo unos pocos) tras aquella tan afamada reconquista protagonizada por Alfonso X en el siglo XIII. Pese a todo, se trataba de una ciudad de grandes nombres que resonarían con eco en la posteridad, como es el caso de Alvar Núñez Cabeza de Vaca



En dicho tiempo la ciudad se dividía en ocho feligresías, por una parte, se encontraban las primeras seis en las que se dividió la ciudad a decir:


Ø  San Mateo
Ø  San Juan
Ø  San Lucas
Ø  San Marcos
Ø  San Dionisio

Ø  San Salvador, que a la postre se convertiría en colegiala, aunque no sería hasta el 3 de marzo de 1980, cuando a través de la bula “Archiepiscopus Hispalenses” de S.S. Juan Pablo II, sería elevada a la dignidad catedralicia.

A finales de la Edad Media se construirían y por ende se sumarían a las primeras ya descritas las Iglesias de 
Ø  Santiago

Ø  San Miguel


Cabe resaltar que esto fue posible debido al enriquecimiento de la ciudad y a la llegada también constante de miles, sí, miles de frailes y monjas que hicieron posible también que se levantaran dos conventos:


Ø  Santo Domingo

Ø  San Francisco

Este fue el caldo de cultivo donde germinó aquella semilla que daría como fruto el más bello sueño de primavera. Una ciudad de contrastes donde se podía ver a grandilocuentes figuras históricas paseando a caballo y las más ruines de las miserias. Y tras este óleo que hemos dibujado, de fondo, se desarrollaba la historia paralela e inescrutable de una naturaleza que jamás deja indiferente a nadie, ya saben el dicho; Dios perdona, las personas a veces lo hacemos, pero la naturaleza, ¡oh, la naturaleza!, ella jamás lo hace.

Como ocurre en la actualidad el siglo XVI estuvo lleno de grandes cambios que marcarían el devenir de nuestra cultura, estos cambios a veces eran imperceptibles para aquellos que empezaban a experimentarlos y por el contrario otros, ya fueran de índole humana o natural tenían efectos inmediatos en la vida de aquellas personas.
Es aquí en medio de todo este entramado donde empiezan a florecer las primeras cofradías, que podríamos dividirlas dentro de dos tipos,


Ø  Las asistenciales: dedicadas al amparo y arropo de los más desprotegidos, en este caso en la mayoría de las ocasiones eran centros asistenciales que podríamos llamar “hospitales”, aunque con bastantes reparos

Ø  Las de devoción: en las cuales se daba culto a un determinado santo.

No obstante, siguiendo al bueno de Manuel Romero Bejarano, historiador jerezano, en su libro Los orígenes de la Semana Santa de Jerez, la existencia de dichas cofradías no era sinónimo sine qua non para que existieran las procesiones en nuestra querida ciudad. En este punto cabe recordar y aclarar los hechos acecidos un par de siglos antes, concretamente en 1340, cuando nos cuenta el padre Rallón en su Historia de Xerez de la Frontera, que Alfonso XI visitó Xeres “acompañando en procesión al Santo Entierro”:
En Xerez estuvo el rey toda la Semana Santa, desde el Domingo de Ramos, que entró en ella. Asistió a los Oficios Divinos en nuestra Colegial de San Salvador, moviendo en devoción al pueblo, con la mucha que asistió a la celebridad de los Ministros de Nuestra Redención: pidiendo todos a Dios que no permitiesen que segunda vez fuesen a sus templos profanados en España, ni contaminados con las abominaciones de Mahoma.
Anduvo públicamente las estaciones, llevándose tras sí al pueblo, que viéndole devoto y afligido, le imitaba, haciendo un admirable espectáculo de lágrimas y suspiros, que salían de los pechos de sus matronas, de las doncellas, de los niños y niñas, moviendo a devoción a los varones, que por el estado de las cosas, necesitaban antes de varonil, valor que de femeniles lágrimas. Acompañó el entierro de Cristo, honrando con su presencia aquel acto piadoso, tierno y devoto, y al mismo tiempo sin olvidarse de las obligaciones de rey, proveía las cosas de la guerra, por que se dan muy bien las manos la piedad y las armas.
Cabe destacar que dicho libro sobre la historia de nuestra ciudad fue escrito 300 años más tarde que los hechos antes descritos. Esto no quiere decir ni mucho menos que el padre mintiera, sino que hay que tomar con ciertas reservas todas las aseveraciones que él hacía al respecto. Por lo que atenderemos a lo que Manuel Romero nos comenta con buen tino y elucubración en vista de sus estudios y pesquisas lo que muy posiblemente fuera un acto que se realizaría con casi toda seguridad dentro del templo y a modo de dramatización

Por lo que Xeres en aquel entonces aún debería esperar para ver algún tipo de procesión. Estas se empezarían a producir en torno al año 1540, es muy posible como demuestra Manuel Romero, que se produjeran quizás algo antes, aunque debemos pensar en un contexto que nada tiene que ver con el que hoy día tenemos y por tanto con unas procesiones que en la actualidad nos harían reír en algunos casos por su “locura”.

Las primeras de las que se tiene referencia están estrechamente ligadas con la celebración del Corpus Christi que por aquella época era la mayor de las festividades en lo que a religiosidad se refiere. Existen documentos que atestiguan dicha afirmación, entre los que podemos encontrar encargos a maestros de la madera para el diseño de los “pasos”, estos en algunos casos eran tirados por bueyes y en otros portados por personas, en algunas ocasiones encima de los mismos se representaba una escena bíblica, así lo recoge otro documento donde se describe que en una ocasión se llegó a simular la resurrección de Lázaro.

Ese fue el humilde inicio de las procesiones, que no de la Semana Santa, para ello deberemos volver a desandar lo andado y recordar que por aquel entonces existían o más bien, empezaban a existir, dos tipos de cofradías, las asistenciales y las de devoción. Pero antes, déjenme que les cuente una pequeña historia.

1500

     El 6 de enero de 1500 nacía en Almodóvar del Campo un pequeño niño que cambiaría para siempre la historia que conocemos.

De padres bien, no pasaría ningún tipo de apuro económico en su niñez y se criaría en un ambiento de amor y cristiano pese que a su padre Alfonso tuviera ascendencia judía.

Nada le impediría estudiar leyes en Salamanca, aunque años más tarde, en torno a 1518 empujado por su devoción esta le llevaría a abandonar la corporación, retirándose a su tierra natal, donde realizaría una dura vida de penitencia.

Un par de años más tarde marcharía a estudiar Arte y Teología a Alcalá de Henares, donde tendría contacto con grandes corrientes de reforma del momento. En 1527 partiría hacia Sevilla con la firme intención de ir a evangelizar América, sin embargo, el arzobispo de Sevilla (y por ende de Jerez), le quitaría esa idea y le encomendaría la labor de hacerlo en tierras andaluzas. Así hizo, su predicación se extendió desde Córdoba, pasando por Écija y la campiña jerezana. Gracias a su elocuencia ganaría tal cantidad de adeptos, que en muchas ocasiones en las poblaciones que él visitaba la gente abandonaba los templos para ir a escucharle. Este hecho haría a la postre que una serie de clérigos movidos por la envidia y los celos, le denunciaran ante la Santa Inquisición y que en 1931 fuera procesado, declarado culpable y condenado a un año de cárcel en el Castillo de San Jorge, en Triana (Sevilla).

Tras el fin de su confinamiento y con la amenaza de ser excomulgado por verter “palabras malsonantes” en su discurso, fue puesto en libertad en 1933, aquí continuaría la leyenda que llegaría hasta nuestros días, él era, San Juan de Ávila.

Es posible que ahora se esté preguntado el porqué de esta introducción a tal figura histórica. Toda pregunta ha de ser respondida, pero a su debido tiempo.

Y lo cierto es que a través de los diferentes escritos que los historiadores han tenido a bien consultar, podemos saber que a finales del siglo XVI y como bien es conocido, se produjo la reducción de los hospitales asistenciales, que en muchas ocasiones estaban ligadas a una cofradía como se expuso anteriormente. Es a través de esos documentos mediante los cuales conocemos por ejemplo que la cofradía de San Antón ya realizaba procesión disciplinante al menos en 1540, aunque dicha cofradía echara a andar años antes y pese a que sus reglas no fueran aprobadas hasta un par de décadas más tarde. Poco tiempo después y a través de otros documentos, tales como testamentos, podemos saber que la cofradía de la Vera-Cruz también comenzaría su andadura en 1542, aunque a diferencia de su predecesora esta se crearía con un carácter meramente vocacional y con la convicción desde su nacimiento de realizar procesión disciplinante. Y es en este preciso momento de la historia donde todo se conjuga y San Juan de Ávila entra en escena. Sabemos por algunos escritos que sus pasos le hicieron llegar a Xeres en los primeros meses de 1541 para la creación y gestión del Colegio de la Santa Cruz, aunque los mismos indican que no fue la primera vez que lo hacía, por lo que podríamos suponer que su llegada a la comarca se enmarcaría en algún punto de los años precedentes de 1540. Esta fecha es importante en la cronología ya que nada ocurre por mero azar. Si reflexionamos qué fue lo que llevó a estas cofradía a realizar un acto como es el de realizar una procesión disciplinante, cabe preguntarse cuál fue el detonante, puesto que nunca antes se había realizado nada igual y es aquí donde entra la figura del Santo, cuyo colegio acabaría construyéndose justo tras el hospital de San Cristóbal, curiosamente donde la cofradía de San Antón, al estar fusionada con dicha corporación asistencial, hacía sus cultos y donde, cosas del destino, iría a parar también la cofradía de la Vera-Cruz a principios de aquellos de aquellos años 40 del siglo XVI. ¿Coincidencia? Es de suponer que no lo era, y que ambas corporaciones se empaparon del discurso en ocasiones rupturista, del de Almodóvar del Campo, el cuál, tomaba como eje vertebrador de su pensamiento la Pasión de Cristo, siempre haciendo referencias a figuras como el Ecce Homo, la Cruz o las Cinco Llagas, hasta tal punto fue así que la iconografía tradicional lo representan portando un crucificado.



De esta manera se fue poco a poco forjando un Sueño de Primavera que perduraría por los siglos de los siglos. A la cofradía de la Vera-Cruz, la cual saldría a partir de entonces en la noche del Jueves Santo (madrugada del Viernes Santo para nosotros) se le unirían otras muchas con el paso de los años, para acabar la centuria con un total de 15 cofradías de las que tengamos constancia a través de los distintos textos.


Ø  El Dulce Nombre y Los Reyes en el año 1546,
Ø  La Piedad en 1547.
Ø  Cinco Llagas en 1561,
Ø  San Benito, Soledad y Santo Crucifijo en 1563,
Ø  Los Remedios en 1575,
Ø  La Muerte en 1576,
Ø  Nuestra Señora de los Siete Cuchillos en 1582,
Ø  San Andrés y Los Nazarenos en 1582 además de,

Ø  El Cristo de la Expiración en 1588.

Así fue como florecía en aquel Xeres del XVI una bella tradición que años tras año Nissan se encarga de recordarnos.

Cierto es que dentro de toda esta explosión de fervor podríamos encontrar un poco de todo, desde los convulsos primeros años de la antes citada Vera-Cruz y su posterior asentamiento económico y de fe que abría el camino a las siguientes, así como otras que se perdieron en el olvido de los tiempos. Así ocurrió con la hermandad de los Reyes, denominada popularmente como de los negros, puesto que eran personas de tez morena y de aquella “raza” las que la crearon. Dicha hermandad se asentaba en lo que hoy conocemos como el convento de Santo Domingo donde hoy día es la casa de hermandad del Huerto. Es muy posible que debido a la poca aceptación que por aquella época se tenía por la gente de color, esta hermandad desde el principio estuviera abocada a su desaparición. No obstante, cabe reseñar que a diferencias de otras ciudades donde también hubo alguna hermandad que estaba expresamente formada por dichas personas, la de ese Xeres la formaban hombres libres a diferencia de la de aquellas que estaban formadas por esclavos y personas de dudosa reputación.

¿Y qué hay de los pasos de Semana Santa? Como se comentó anteriormente ya existían festividades donde hacían usos de algunos “pasos” aunque con una marcada gran diferencia a lo que hoy día conocemos. Pero a raíz de estas cofradías, nacidas en la mayoría de los casos para hacer procesiones disciplinantes, se empezarían a sacar los cristos, santos y diversas advocaciones en andas que eran portadas al más puro estilo jerezano. Nótese aquí que seguían habiendo diferencias, pero como comprobarán en la fotografía y pese a la “extraña” iconografía, se trataría del reflejo de lo que hoy vemos por las calles jerezanas.


En cuanto a los hermanos que se sacaban a las calles, aunque muchas de las cofradías recomendaban salir en orden a una equidad de un hermano de sangre por otro de luz, la realidad era bien distinta, puesto que la mayoría de estos hermanos que componían la procesión eran de sangre, es decir, realizaban penitencia durante el recorrido probablemente flagelando su espalda. A este respecto podríamos poner como referencia la hermandad de la Piedad, que a finales del siglo llegaría a poner en la calle, dos hermanos de sangre por cada hermano de luz y teniendo en cuenta los kilos de cera que se encargó podemos hacer cuentas de que muy probablemente sacarían alrededor de 200 hermanos de luz, por lo que las cuentas son fáciles, si sacaban 200 de luz, sacarían unos 400 de sangre por lo que estas “humildes cofradías”, ya bastante enraizadas en la ciudad a final de dicho siglo podrían poner en la calle a la no desdeñable cifra de 600 hermanos, en una ciudad como recordamos que tenía unos treinta mil habitantes.

A veces se habla del siglo XXI como la nueva edad dorada de las hermandades y cofradías de Jerez de la Frontera y es posible, pero no debemos olvidar aquellos humildes inicios en un siglo tan distante en lo social y tradicional como cercano en cuanto a los cambios constantes en el que estuvo inmerso. La ciudad nunca volvería a ser la misma, ni siquiera la humanidad, ni el propio calendario sería el mismo a la finalización de dicha época. Como se ha comentado durante todo el texto, a final de dicho siglo, los reyes de España tuvieron a bien realizar una reducción hospitalaria que se llevaría por delante a alguna que otra cofradía y también gremio. ( Le puede interesar: Estudios e Historia de las ECM )

En Xeres se elevaría así mismo una petición a la corona para la constitución de su propio obispado y de esta forma desligarse del arzobispado de Sevilla, siendo un esfuerzo infructuoso que no cuajaría hasta el año 1980.

Entre tanto, el astrónomo jesuita alemán Christopher Clavius recibiría el encargo de diseñar un nuevo calendario, en el que se decidió mantener los años bisiestos, pero con la excepción de que aquellos que fueran múltiplos de 100 y no divisibles por 400 (1600, 2000, 2400…). A la postre dicho calendario, se convertiría en el llamado gregoriano que heredaría el mundo entero gracias a la bula Inter gravissimas emitida por Gregorio XIII el 24 de febrero de 1582, organizando el año a través del equinoccio de primavera, sirviendo de referencia para la celebración de la Pascua cristina, cayendo el 21 de marzo y no el 11 del mismo mes que era hasta donde había retrocedido el desfasado calendario juliano. Para conseguir que todas las piezas encajaran se dictó que en ese mismo año, el calendario pasara del 4 al 15 de octubre, por lo que esos días intermedios jamás llegaron a existir en las páginas de la historia. Como curiosidad para el lector, Santa Teresa de Jesús fallecería un 4 de octubre de 1582 siendo enterrada al día siguiente, el 15 de octubre del mismo año. (Le puede interesar: Un Gran Hallazgo )

Los primeros países donde entró en vigor dicho calendario fueron España, Portugal e Italia. Paulatinamente así lo hicieron los demás países de occidente bien entrados en algunos casos el siglo XVIII, Japón a finales del XIX y los últimos países como Rusia, China o Grecia en los primeros albores del XX.

Y entre toda esta línea del tiempo, las hermandades y cofradías siguieron haciendo su vida, algunas continuaron, otras desaparecieron para volver más tarde por medio de alguna reorganización o refundación… El paso del tiempo es inevitable para la vida humana, y como en toda vida humana todas ellas pasaron por momentos bellos y trágicos, como el Siglo de Oro por excelencia, el XVII, donde al amparo del dinero que entraba desde América, aparecieron los palios, las flores e incluso alguna banda de música, pero también por hambrunas y guerras, epidemias y catástrofes naturales, incluso un intento de supresión por parte de Carlos III en el siglo XVIII, que daría pie a la suspensión de los disciplinantes. Se ponía fin de esta forma a una proliferación desmedida y que según el estudio llevado a cabo por Inmaculada Arias de Saavedra y Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, en su artículo Cofradías y Ciudad en la España del Siglo XVIII, el número de cofradías en toda la orografía española se cifraba en ese tiempo en la friolera de unas veinticinco mil. Así mismo se prohibió las salidas nocturnas para todas las cofradías a excepción de la Vera-Cruz que tenía permiso papal.

Comenzaba lo que se llamaría el siglo de crisis de las cofradías que duraría hasta el primer tercio del siglo XX, como vimos al comienzo del este relato.

Años 30

          Y llegamos a Jerez en plena Guerra Civil, tras la suspensión de las salidas procesionales del año anterior debido a las tensiones. Un Jerez muy distinto y a su vez igual que el de siglos pretéritos, donde vivían cerca de ochenta y un mil personas. Tras el estallido de la guerra, los Republicanos habían conseguido mantener las principales instituciones y ciudades del Estado. Pese a todo, a finales de julio de aquel año 36 se fueron perfilando dos bandos claramente diferenciados por todo el territorio español. Jerez, no era indiferente a todo el proceso y Salvador Arizón, líder de los sublevados y comandante de Caballería había iniciado el día 17 de dicho mes los primeros movimientos para que la ciudad fuera tomada.  Así fue como en la tarde-noche de aquel no tan lejano 18 de Julio se activaría el golpe de Estado en Jerez de la Frontera. A pesar de la oposición por parte de algunos barrios obreros de Jerez a últimas horas del 19 de julio los golpistas controlaban la ciudad, la II República era historia. Tras estos acontecimientos se constituiría un nuevo Ayuntamiento el 28 de julio por iniciativa militar. 

Tras la tormenta, las hermandades volverían en 1937 a las calles para curar viejas heridas y soñando con la primavera en medio de una pesadilla que arrasaba España y un manto de desesperanza, sin razón aciaga y melancólica tristeza que se gestaba en el corazón de Europa…

2020

          Ochenta y cuatro largos años han pasado de todo aquello… Y en todo ese tiempo las cofradías y hermandades nuevamente se rehicieron así mismas, algunas volvieron a la vida tras siglos.., otras se crearon desde cero.

Jerez vivió una primera etapa de esplendor y expansión en todos los sentidos en los años 50 que vino acompañado de más hermandades y cofradías en una época en la que la Semana Mayor iba a cambiar sustancialmente debido al Concilio Vaticano II, donde entre otras cosas se incluiría en un mismo bloque las celebraciones del Jueves, Viernes y Sábado Santo, que se denominaría Santo Triduo Pascual. (Le puede interesar: El Cuervo del Vaticano )

Nuestros abuelos vivieron esa etapa dura y a la vez bella de la ciudad. Ellos vieron “nacer” a hermandades como la Candelaria en 1953 o la Sagrada Cena que se reorganizaría en 1954 en días hermosos donde la ciudad se cubrió de un manto blanco que nuestros mayores recuerdan con añoranza y felicidad por tan inusitada situación, ¡nieve en Jerez! Varias más se sumarían al elenco de hermandades hasta 1963 donde se crearía la última de ellas, la hermandad del Perdón. Curiosamente dicha hermandad fue constituida para la realización de la fraternidad más que para hacer una salida procesional, que no realizaría hasta el Sábado Santo de año 1973, aunque al siguiente año pasarían a la tarde del Viernes Santo, jornada que no abandonarían hasta 1992 año en que realizarían Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral en la llamada Noche de Jesús (madrugada), vieja aspiración por entonces de la corporación.


La Semana Santa, al igual que la vida como hemos visto, es un continuo proceso de constantes cambios, siempre evolucionando, con etapas de esplendor y épocas oscuras. Incluso en su época moderna son palpables esos cambios, cuando el Perdón nació como hermandad, siendo esta la última de un nuevo resurgimiento, el Sábado Santo era en Jerez de la Frontera un día, como hemos podido comprobar por la propia historia de esta ya no tan joven hermandad, en la que las procesiones se echaban a la calle. Pero llegó 1980 y con él Jerez dejaba por fin de pertenecer al arzobispado de Sevilla, confeccionándose la nueva Diócesis de Asidonia Jerez, arribaba nuestro tan añorado Rafael Bellido Caro y reformas. 

El Sábado Santo sería definitivamente suprimido como jornada procesional en 1984, cuando la única hermandad que quedaba en dicho día desde 1981, debía volver a su “original” Viernes Santo, esta hermandad era, nada más y nada menos que La Piedad.


Los años pasaron, Jerez creció en extensión y población situándose en unas doscientas mil personas a finales del siglo XX. En este periodo eran muchas las barriadas que soñaban con ver en sus parroquias el vívido sueño de admirar a una hermandad y cofradía por sus calles, y fue entonces cuando una nueva etapa vino a rememorar a Jerez que Jerez era, y las nuevas hermandades tomaron el relevo de esa explosión que nuestros abuelos vivieron. Hoy día el Sábado Santo no podemos disfrutarlo como ellos lo hacían, pero sí días precedentes como el Jueves o el Sábado de Pasión, esta última jornada que por siempre se quedará en nuestras vidas gracias a las nuevas agrupaciones nacidas en el seno de las barriadas rurales como pueden ser el Cautivo del Portal y la Paz de Cuartillos, que aunque en nuestros días aún no han sido erigidas como hermandad de penitencia a buen seguro que lo harán en los próximos años. Mientras en el corazón de Jerez, el Perdón ya no procesiona en la Noche de Jesús sino en el Domingo de Ramos, y varias nuevas hermandades han llegado para quedarse en los días santos, como son:


Ø  Pasión el Domingo de Ramos.
Ø  Paz de Fátima y Sed el Lunes Santo.
Ø  Clemencia y Salud de San Rafael el Martes Santo.
Ø  Consuelo y Soberano Poder el Miércoles Santo.

Ø  Redención el Jueves Santo.

Además, aún aguardan la Sagrada Mortaja, Salvación, Misión y Entrega la oportunidad de visitar el primer templo jerezano, pero no se apuren, todo llegará. Y alguna que otra agrupación en ciernes como es la afincada en la parroquia de San Juan de Ávila, sería cerrar el círculo, ¿no creen? ( Le puede interesar: Semana Santa Jerez 2017: Vía-Crucis UUHH )

Ese es el esbozo de nuestros días, unos días de esplendor, como esa bella primavera adelantada que a modo de regalo la naturaleza nos dio en las primeras semanas de este febrero pasado, cuando los naranjos explotaron en azahares y sus pétalos, semanas más tardes fueron cayendo al suelo, lenta pero irremediablemente como llorando por ver que este año Jerez no podrá recordar en sus calles que Jerez fue, pero no se preocupen todo volverá, esta historia no terminará aquí, quedarán historiadores que en un futuro escudriñarán cada retazo de las líneas que hoy cada uno de nosotros escribamos sobre lo que aconteció, y verán con asombro que pese a que nosotros partimos, Jerez cada primera luna llena de primavera, sigue soñando con ser recordado que Jerez era. ( Le puede interesar: El Amor Nace desde la Admiración )

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ÁLVARO RECIO MIR, La Reducción de Hospitales sevillanos de 1587: Repercusiones Artísticas y Burocracia Constructiva. Laboratorio de Arte, 13-200.

ANTONIO DE LA ROSA MATEOS. Cofradía de Jerez en Tiempos de la II República. Fundación Teresa Rivero.

IMACULADA ARIAS DE SAAVEDRA, MIGUEL LUIS LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Cofradías y Ciudad en la España del Siglo XVIII. Ediciones Universidad de Salamanca.


MANUEL ROMERO BEJARANO. Los Orígenes de la Semana Santa de Jerez. Historia documentada de las primeras cofradías de penitencia de Jerez de la Frontera 1540-1589. Colección Dionisio.

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